domingo, 28 de enero de 2018

El arte desmesurado, íntimo y sobrecogedor de Lita Cabellut...


La pintura psicológica de una discípula ejemplar de Goya y Bacon: Lita Cabellut o el poder conmovedor de la delicadeza psicológica y el trazo magistral.

Descubrí a Lita Cabellut en un reportaje que le hicieron en El País, pero, por la suerte de feliz aislamiento en que vivo, no me enteré de que el Espai Volart exhibía una retrospectiva generosa de la artista hasta que mi buen amigo Josep me la comentó entre gigantescos signos de admiración. El otro día fui a ver cómo era con mi amigo Joaquín, para tener un primer contacto y ver si merecía la pena una visita detenida. La hice, con mi Conjunta, al día siguiente, provisto ya de los útiles de escritura donde intentar reflejar, con poca fortuna, las profundas impresiones que me causó el arte de esta pintora catalana universal. La vida personal de la artista nacida en Sariñena (Huesca) es un autentico drama social con final feliz, tras ser adoptada por una familia catalana que después se trasladó a Holanda, donde la artista se ha desarrollado plenamente, aunque su primera exposición la hizo en El Masnou. Sus duros orígenes están muy presentes en su obra, porque hay en ella una aproximación a lo que genéricamente podríamos llamar "la herida de vivir" que se aprecia en su tendencia a la deformación grotesca de los cuerpos, acentuada por el gigantismo del formato en el que ha escogido realizar su arte. Sorprende, además, en esas dimensiones que tanto se imponen al espectador, la maestría en el trazo, capaz de reflejar detalles psicológicos muy sutiles de los retratados, porque su especialidad es el ser humano contemplado desde todas las perspectivas imaginables, y sin excluir algunas composiciones en forma seriada, normalmente de cabezas, a menor escala. Así que se entra en la exposición, lo primero que sorprende es la estrecha relación que hay entre Bacon y ella, una relación que ni niega ni esconde, del mismo modo que es fácil identificar la de Goya o la de Lucien Freud, sin descartar esos segundos planos tan cercanos a Tàpies, por ejemplo. Lita Cabellut es una mujer de nuestro tiempo, lo que en ella significa una atención al arte y a la modernidad que tanto la lleva a dedicar una serie de cuadros a Frida Kahlo,  a don Quijote a Sancho y a Dulcinea, como a figuras representativas de la modernidad: Coco Chanel, Camarón de la Isla, Freud, Einstein, etc.; que tanto explora la vigencia de los clásicos de la pintura flamenca, como el cuadro Justus Quellinus, entre Erasmo y Tomás Moro  o la del barroco español, Velázquez y Las meninas, como, al mismo tiempo, es capaz de bucear en la pintura alegórica, como el magnífico cuadro dedicado al poder económico, El capitalista, cuyo representante aparece delante del reloj del clásico lema: "el tiempo es oro" Lo importante de esta exposición es la capacidad de la artista para sorprender al visitante, no solo por las dimensiones usuales de sus cuadro, sino, sobre todo, por su sentido de la composición, de la escenografía, y de la poderosa intensidad de todas las pinturas sin apenas excepciones. Supongo que podrá hablarse de "épocas" en su producción, porque hay un abismo entre la serie Disturbance, por ejemplo, y los cuadros que reciben al visitante, muy apegados aún al eco de Bacon, por ejemplo. A mí me han gustado más esos cuadros deformados en los que cuesta trabajo identificar la figura, porque, una vez identificada, la galería de emociones que es capaz de "fijar" la artista , como en  Happy few, es de una penetración psicológica más que notable. 

Defensora de las mujeres fuertes, pero sin ignorar sus fragilidades, la obra de Cabellut tiene en la mujer casi una suerte de icono, a juzgar por el mimo con que la lleva a sus lienzos. Acaso haya una suerte de idealización de "lo femenino", porque la expresión de Dulcinea, que vale tanto como un "Yo sí que sé quien soy, y no tú viejo botarate", que parece decirle al Caballero de la Triste Figura, a quien pinta más como Diógenes buscando un hombre que como ardiente defensor de las causas justas y leal amador.

 En cualquier caso, lo que va más allá de los gustos es la maestría de la pintora en el uso del color, de la composición y en la sabiduría pictórica con la que logra no dejarnos indiferentes ante ningún cuadro suyo. Los vivísimos colores que prodiga Cabellut, con una predilección por el rojo muy vivo y por los blancos de albayalde en los que emergen rostros que van desde el escepticismo hasta la mirada interior  o el desafío a los espectadores, como el de esa mirada enigmática y seductora de El secreto detrás del velo , una pintura, por cierto, en la que las mariposas del estampado del vestido parece que hayan emprendido el vuelo...

En fin, no quiero ponerme pesado, porque hablar de lo que no se ve es como tararear con mal oído La flauta mágica. Yo no quería perdérmela, y espero que otro tanto les ocurra a quienes lean estas líneas, si haylos.

martes, 23 de enero de 2018

Barcelona y sus barbaroi...


Del Titànic de Azúa al ocaso del cosmopolitismo.
La cosmopolita ciudad de Barcelona, como la república de Weimar frente a la barbarie, está siendo asediada por las hordas nacionalistas que pretenden acabar con los barbaroi que llevan instalados en ella desde cuando no se contabilizaba el paso del tiempo. Políticos deshonestos, rapiñadores y totalitarios, abrazados al martillo de herejes y barbaroi que es el nacionalismo excluyente (tautología que utilizo para quienes acaso piensen que la publicidad de la condición "abierta e integradora" del nacionalismo tenga algún viso de racionalidad) pretenden construir, no se sabe si mediante un "golpe de estado" o mediante "un estado que dé todos los golpes" (como amenazaba el jefe de la policía autonómica), y ya se sabe en la cabeza de quiénes, una Barcelona monolingüe, mononacional, monopatriótica, monofolclórica y monoinformativa, con un modelo autárquico que no tardaría ni un lustro en quitarle a la actual ciudad políglota y multicultural todo el lustre del que ha disfrutado hasta que la ola nacionalista se ha encargado de oscurecerla con los tonos grises del pensamiento atávico y la rigidez mistico-cuartelaria de la subordinación al dios sanguinario de la patria. Barcelona es, hoy por hoy, una ciudad en peligro. El desierto aldeano de la Cataluña eterna, carlista, meapilas y trabucaire, busca apoderarse de su vida metropolitana para convertirla en la expresión irracional de una capital rural que fundamente su dominio en la consecución de esos sueños adolescentes de la unidad, forzada, de los imposibles Países Catalanes. ¿Dejaremos que los partidos pardos humillen a Barcelona? ¿Permitiremos que la noche medieval de los delirios milenarios caiga sobre ella? Hago un llamamiento a losbarbaroi barceloneses para oponernos a destino tan aciago. ¿Nos resignaremos ante una inmersión que ahogue el mestizaje y cree castas lingüístico-patrioticas? Sí, Barcelona, hoy por hoy, descabezada en su propio gobierno municipal, con una alcaldesa que solo defiende su propia incierta supervivencia, obsequiosa con la voracidad pseudomitológica del vecino de enfrente, es una ciudad en peligro de muerte política y cultural.

jueves, 18 de enero de 2018

Dos viejos amigos viejos hacen camino al andar...


El delta del Llobregat o la naturaleza encajonada...
Coincidimos, Jose(lu) y yo, en las oposiciones a Secundaria en el 82 y acabamos compartiendo destino en Berga, donde nos conocimos y donde iniciamos una amistad que aún hoy dura. Él es un caminante nato, yo un corredor de fondo. Son dos especialidades muy distintas, y, tras nuestra excursión hoy de cuatro horas y media al fallecimiento y desaparición del Llobregat, más que a su desembocadura, porque propiamente no acaba de "entrar" el río en el mar, he podido comprobarlo al llegar a casa: ¡estoy muerto!, con tensiones en el sóleo de la columna derecha, y un dolor difuso en el talón de la izquierda, donde, en su tiempo, hubo un espolón del que me tuve que operar porque se había vuelto en exceso agresivo.  Repuesto con una ensalada y dos filetillos de gallo, bruixa en catalán, que ya son distancias léxicas, me he quedado dormido ante un horripilante film de Donen, Al diablo con el diablo, y heme aquí dispuesto a confesar una cierta decepción caminera por el resultado de la misma y un gozo enorme por haber podido compartir la caminata -viajata...acabo de leer en Galdós- con un viajero excepcional como Jose, quien con sus anécdotas de viaje y sus experiencias lectoras, Vida y destino, de Grossman, ha sido la última, ha conseguido no solo que la caminata haya sido amena y provechosa, sino que se haya hecho corta, a pesar de la distancia que hemos recorrido. Después de dejar atrás el campo del RCD Espanyol -edificio del que aún se oían los ecos festivos de la victoria ayer sobre el eterno rival, el FC Barcelona, hemos cruzado autopistas y la vía férrea para pasar a la orilla derecha del río, mirando hacia el mar, y adentrarnos en ese sorprendente espacio agrícola donde se cultivan las sabrosas alcachofas del Prat, que no sé si son denominación de origen, pero deberían serlo, si no lo son ya. Por una senda bien marcada, hemos ido dejando atrás la zona industrial de Cornellà y, aunque aún hemos tenido que pasar por debajo de dos autovías enormes, la última la de Castelldefels, que es la salida natural de la ciudad hacia las terminales 1 y 2 del aeropuerto de El Prat, la sensación de estar integrados en un ecosistema agrario que nada tenía que ver con la gran metrópolis no nos ha abandonado nunca. El día ha sido luminoso, pero frío. La buena marcha que llevábamos nos ha guarecido perfectamente de cualquier atisbo de pasar frío. El río, después de sortear un terreno lleno de islotes poblados de cañaverales, se ha como concentrado en sí mismo, en su destino de río, pronto a fenecer en el mar y ha adquirido una fisonomía de río mediano, que es a lo que el aprovechamiento de su caudal lo reduce. A medida que nos acercábamos al mar, han ido desapareciendo las pocas fábricas que aún jalonan su lecho, prestas a competir con el agro para el aprovechamiento de sus aguas. Muy cerca ya de la desembocadura, el vuelo algo más que rasante de los aviones que aterrizaban centenares de metros más allá, como si lo fueran a hacer en los campos de lechugas y alcachofas, imponía su presencia sonora y visual, siempre capaz de impresionar a quienes tan de cerca los ven como nosotros los hemos visto. Diríase que alargando el brazo pudiéramos sentir el roce frío de su duro y brillante buche metálico... Nos hemos asomado a un mirador, antes de llegar a la playa, y hemos visto unos caballos en la orilla, lo que me ha traído a la memoria la excursión por Doñana que hicimos el verano pasado, y que el pobre Jose ha tenido que soportar con su probado estoicismo, aunque he tratado de ser tan lacónico como la frecuentación de Gorjeolandia me ha permitido. Habría aves, sin duda, pero no llevábamos prismáticos y hemos decidido seguir nuestro camino. Al poco hemos llegado al mirador elevado que se abre a lo que propiamente yo esperaba como desembocadura "solemne" del Lobregat: ese momento en que las aguas diversas se reúnen en un abrazo de líquida solidaridad, pero no ha habido tal: una playa virgen, eso sí, donde está prohibido el paso a las personas, bajo multa de 100€, pero ni rastro del torrente (mi imaginación añadía "impetuoso") que imaginaba reuniéndose con el mar. Mi imaginación -¡qué mala compañera para según qué viajatas, y aun hasta viajes!- volaba constantemente a ese dato espectacular de la desembocadura del Amazonas: el río se adentra, allí, con su caudal dulce, durante casi 100 km en el mar...
He tenido que torcerle el cuello al recuerdo y traer en su lugar el de la desembocadura del Besós, a la que llegamos corriendo Josep y yo, desde Santa Coloma por la urbanizada orilla izquierda del río. Y allá se iban una y la presente, desde luego..., en cuanto a desdoro mortuorio. Después nos hemos acercado a las ruinas del edificio de carabineros, una suerte de vigilancia costera creada en el XIX, para múltiples usos, y, finalmente, al mirador del Semáfor, también en ruinas, como nos gusta a quienes, como Jose y yo, vemos en ellas, herencia del Romanticismo, mucho más de lo que veríamos si estuvieran en activo.
El recorrido, insisto, por campos donde algunas masías daban a entender que nos hallábamos en un paisaje interior de la Cataluña agrícola, ha sido placentero y relajante para unos urbanitas confesos.
Entre películas y novelas, entre anécdotas íntimas, confidencias propias de la amistad profunda, y recuerdos profesionales, hemos desandado el camino no sin antes hacer la parada obligatoria para un tentempié, el suyo sólido, el mío líquido, que nos ha permitido llegar, cansados pero enteros, al origen de nuestra modestísima aventura. Ha sido curioso y atractivo, entre esas agresivas heridas que las autovías infligen al territorio, ir descubriendo paisajes, tan de mañana casi en soledad, porque han sido pocos los excursionistas con quienes nos hemos cruzado, y descubrir, hacia el final, por ejemplo, un pastor con su rebaño de ovejas, como si  siguiera una antigua vía pecuaria..., ajeno al entorno hostil del incesante tráfico rodado, las chimeneas infatigables de las fábricas y el estrés de la vida urbana en general, del que huíamos quienes, corriendo, en bicicleta o andando, disfrutábamos de una luz espléndida, un sol tibio y un cierto gris que corría...

Y, de vuelta, siempre, a lo lejos, Montserrat, envuelta en niebla y ficción....

lunes, 8 de enero de 2018

Participación ciudadana o K ante el Castillo (de naipes) de la política española...


Justificación a posteriori a las apostillas o la última sobre el ejercicio de la crítica y la acción política extrapartidaria.

Diversas deberían ser las vías mediante las cuales los ciudadanos pudiéramos participar en la política sin tener que pasar por las horcas caudinas de la afiliación militante o los estrechos cauces partitocráticos de participación. Podemos intentó una variación asamblearia a través de sus famosos círculos, hoy tan oxidados que ni con un jeringazo de oxitocina serían capaces de alumbrar alguna idea política transformadora de la realidad. El activismo en las redes sociales se ha descubierto como una vía apropiada para lograr una influencia política que a través de los cauces establecidos cotaba mucho conseguir. Otra sería la que  intenté a través de esas apostillas dirigidas a un líder de un gran partido para tratar, ingenuamente, ¡ay!, de influir en la acción política. Si una lección puede extraerse del ímprobo esfuerzo -ya se ha visto que inútil, pero en modo alguno ciego- que supuso en su momento la redacción de esas apostillas, ello es que las jerarquías de los partidos suelen estar ciegas y sordas ante análisis que, incluso viniendo de personas afines a sus ideologías, suelen desnudar sus carencias, mostrar sus limitaciones y, en resumidas cuentas, inhabilitar un proyecto que se revela, a todas luces -menos a las de esos dirigentes- inviable. La política no es ciencia exacta. De ahí la facilidad con que todos aventuramos teoremas, hipótesis, definiciones y predicciones con una facilidad casi ofensiva para el sentido común. Es difícil, pues, discernir el famoso grano de la paja. Otra cosa es que, como sucede con esas apostillas, escritas hace tantos años, la realidad presente confirme las más que sólidas intuiciones que entonces vertí en ellas. Pero no escribo estas líneas para reivindicar mi buena visión política, sino para denunciar ese telón de fibra de vidrio que aísla a los dirigentes de los partidos de sus votantes o de los ciudadanos en general, y que impide que a aquellos les llegue la genuina expresión de una visión política formada en la base, en las raíces de la realidad. Castilla del Pino fue el gran teórico de la incomunicación, y su libro uno de los primeros best-sellers de la literatura psi en nuestro país. Pues bien, si algo ha quedado claro tras la publicación de esas apostillas que no conocieron más destino que el tristemente oscuro de la papelera de reciclaje, dicho de otro modo, que sigue habiendo una incomunicación radical entre las bases y las jerarquías políticas, por más que recientes neopopulismos apelen a las bases como estrategia de consecución del poder para después ejercerlo al modo más tradicional del mundo, esto es, de espaldas a esas bases, como el ejemplo de Vistalegre II ha demostrado respecto de Vistalegre I, en el campo de Podemos, por ejemplo; o como la reconquista del poder en el PSOE por parte de un podemizado (en las formas) Pedro Sánchez. Reconozco que las vías tradicionales -militancia, vida de agrupación, etc.- son útiles y necesarias, pero cuando las circunstancias individuales no permiten participar a través de ellas, los ciudadanos -al estilo de las oficinas abiertas a los votantes de los diputados de distrito británicos- deberíamos poder hacer llegar nuestros análisis políticos a las cúpulas y, si ellos lo merecen, esperar una respuesta que nos confirme la validez de esa participación. Ojo, no hablo de "quejas" ni de "peticiones" ni de nada por el estilo, sino de legítimas reflexiones sobre los problemas del partido para su incardinación social o de cómo mejorar la acción política tomando como base un análisis lo más objetivo posible de la realidad, al margen de los prejuicios ideológicos o de casta. En fin, mirando hacia atrás sin ira, no dejo de sentir una cierta melancolía por el esfuerzo hecho, mayor, sin embargo, por el tiempo perdido por la organización social que se presentaba como el reflejo de "la verdadera Cataluña" y ha quedado reducida a una imagen borrosa y desorientada, desnortada y más propensa a la autoextinción que a la resurrección como la fuerza que, en tiempos menos complejos, todo se ha de decir, llegó a ser. Los tiempos cambian. Y el inmovilismo se paga. Mucho más en política. Ninguna fuerza política parece tener presente el axioma bursátil: rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Y eso he demostrar con mis apostillas. De su lectura no sé si se llega a entrever algo parecido a lo que podríamos denominar, si la pomposidad no lo impidiera, un "pensamiento político", pero sí, en todo caso, una legítima y acezante preocupación por la buena marcha de la cosa pública.

sábado, 6 de enero de 2018

Apostillas al documento presentado por Iceta al Duodécimo Congreso del psC. VIII


Octava tanda de apostillas motu

proprio a un lenguaje político 

caduco...

  
Tejer una amplia alianza social para el progreso
El PSC tiene que crecer ampliando su espacio de influencia política y su capacidad de representación electoral. Tenemos que ser más, tenemos que ser más capaces de atraer a los activistas progresistas y a los ciudadanos y ciudadanas más conscientes y de incorporar a la política a los recién llegados. *Sindicalistas, creadores y emprendedores que compartan los valores de la libertad, la igualdad y la justicia social, tienen que encontrar en nosotros interlocución y espacio abierto para el debate y el compromiso político. Nos dirigimos también a los catalanistas de talante liberal, **a los que creen en la necesidad de afirmar la unidad civil de nuestro pueblo, nuestro autogobierno y una relación fraternal y de respeto con el resto de pueblos de España. Nos dirigimos también a los que quieren ver una izquierda renovada, capaz de modernizar sus planteamientos, de adaptarlos a la realidad del siglo XXI, de recoger lo mejor de las luchas por la igualdad de derechos, del feminismo, del ecologismo político. Nos dirigimos también a sectores críticos de izquierdas, que han percibido hasta ahora una excesiva complacencia de la socialdemocracia con respecto al sistema económico capitalista que genera desigualdades, desequilibrios, crisis y pobreza. ***Nos dirigimos también a los sectores federalistas y soberanistas críticos con el actual marco constitucional, que quieren dar respuesta a la voluntad de autogobierno y de respeto a la personalidad nacional de Catalunya pero piensan que la separación de Catalunya del resto de España no es un proyecto factible. La renovación del PSC aspira a recoger estas sensibilidades en un proyecto político sólido, vigoroso y de amplias fronteras.
         *Este enunciado, que esas fuerzas “encuentren en nosotros interlocución”, en su aparente buena intención esconde una preeminencia del Partido en el diálogo que difícilmente puede motivar a nadie para acercarse a él desde aquellas posturas críticas, porque, en todo caso, ha de ser al revés, que el Partido busque la interlocución en aquellos colectivos a los que quiere acercarse, despreciando la prepotencia habitual desde la que se suele considerar cualquier aportación razonable. Humildad viene del latín humus, que significa tierra, y de eso se trata, de volver a las raíces de la convivencia con la base del Partido para poder elaborar la estrategia que responda a sus necesidades, a las de los más necesitados, sin descuidar, por supuesto que quien aspire a formar mayoría de gobierno ha de tener como horizonte el impulso de la creación de riqueza que permita después redistribuir los beneficios de forma que no se ponga en peligro la estabilidad del estado del bienestar. Permíteme un pequeño juego de palabras: El proyecto socialista debería de favorecer el Estado del bienser, antes que el del bienestar, aunque no me importa conceder que éste suele ser el primer paso para conseguir aquél. 
         **En este otro enunciado sí que se cuela una afirmación implícita más que preocupante: ¿está en riesgo la unidad civil de nuestro pueblo? Y antes de eso, ¿qué quieren decir exactamente dos términos tan vagos como “unidad civil” y “pueblo”? Aquí hay un toque a rebato de carácter nacionalista que no se compadece con un planteamiento socialista, si el socialismo se concibe con la fuerte impronta internacionalista con que nació. El concepto “pueblo” en este contexto adquiere un carácter monolítico que poco o nada tiene que ver con la descripción de una realidad cambiante en la que a duras penas caben las identidades y las lealtades fijas, que aparecieron párrafos atrás. La contradicción es seria y requiere una reflexión, porque es difícil construir un discurso coherente si no se definen con precisión los conceptos que utilizamos. No ignoro que el discurso político es de su natural ambiguo y que ha de huir de las precisiones como de la peste, porque lo contrario es condenarse al compromiso ineludible, pero, si ello es así, tampoco cabe entonces vestirse con la toga de la solemnidad y andar haciendo proclamas que implican un esfuerzo definitorio que se rehúye.
         ***He aquí una muestra del deseo de abarcar acaso más de lo lógicamente razonable, porque suponer que el PSC pueda converger con los “soberanistas críticos con el actual marco constitucional” vale tanto como mezclar el agua y el aceite, la verdad; de igual modo que resulta más que peculiar la idea de que haya “soberanistas” que consideren no “factible” el secesionismo que va implícito en su propia denominación: “soberanismo”. Ese deseo lógico de ensanchar la base social del partido es un exceso de representación que solo lleva a la confusión, a la indeterminación y a futuros conflictos. Concluir, pues, que sea posible, con esa amalgama, construir un proyecto político “sólido, vigoroso y de amplias fronteras” cae totalmente dentro del marco del ilusionismo político. Este discurso, tan ambicioso como impreciso, es el que han rechazado los votantes del PSC, y volver a insistir en él, en esa imagen tomada del nacionalismo convergente, el “pal de paller” de la sociedad catalana, abocará al Partido a futuros desencuentros con el electorado. ¿Es todavía posible, tras el escoramiento nacionalista del PSC, afirmar que el Partido sigue siendo el mejor reflejo de la sociedad catalana? Ya no, desgraciadamente. Y cuanto antes se asuma esta realidad, más fuertes serán los fundamentos de la futura orientación del Partido. Que en ese proceso haya notables abandonos entra dentro de lo normal, como lo demuestran Mascarell y Sobrequés, pero, una vez despejada la niebla conceptual en que vive instalado el Partido, ingresos habrá, sin duda, que contrarresten esas salidas. El PSC ha de aspirar a ser un partido de masas, no de notables.
Cuando se habla de la autonomía del proyecto político del PSC, de forma casi inconsciente parece que sólo nos referimos a la autonomía del PSC con respecto del PSOE, pero también hay que afirmar la profunda autonomía de nuestro proyecto con respecto de otras fuerzas catalanistas y de otros partidos catalanes de izquierdas. *Desde esta autonomía, el PSC ha de tejer una amplia alianza social por el progreso, capaz de establecer complicidades políticas pero también una profunda sintonía con el movimiento sindical y el asociacionismo progresista, con el objetivo de ganar la batalla de las ideas y de ampliar el apoyo social a un proyecto de reformas que promueva la justicia social.
         *Las alianzas las carga el diablo, por lo que se ve, y no parece, Miquel, que la dirección del partido haya sacado las conclusiones pertinentes del fracaso de los dos tripartitos. Resulta hermoso, desde el intelectualismo de izquierdas, eso de “ganar la batalla de las ideas”; pero un partido que aspira a gobernar ha de ganar “la batalla de las realidades”, que obras son amores… Ideas ha habido para dar y tomar, en el Estatut, pero la convicción social de la ineficacia del Tripartito ha calado de un manera tan profunda que incluso las excelentes obras del mismo, como la Ley de Barrios entre otras, no parece que hayan valido nada, en la conciencia de los votantes, frente al desprestigio de la ineficacia y la arbitrariedad de muchas medidas de los socios de gobierno. Reitero mi convicción de que si Pasqual Maragall hubiera disuelto el Parlament tras el escándalo de la entrevista de Carod con ETA y hubiera convocado a los catalanes a unas elecciones para gobernar por sí solo, sin las muletas de dos partidos “minusculares”, hubiera sacado lo más cercano a la mayoría absoluta. Entones sí que se hubiera ganado la batalla de las ideas gracias a la solidez de los principios. Pero como se escogió el “ya escampará” en vez del “así, no”, se materializó en el ámbito de los principios, lo que se ha dado en llamar el “pensamiento débil”, cuyas consecuencias hemos recogido en las últimas elecciones autonómicas y locales. Finalmente, y dada la reiteración con que aparece el concepto de “justicia social”, tengo para mí que ese concepto, que da nombre al peronista Partido Justicialista argentino, supone una deriva hacia el populismo que respira demagogia por todos sus poros. Y no vale la pureza de la intención con que se esgrime, sino la connotación, en este caso negativa, que los conceptos acaban contrayendo cuando son de dominio público.
Los objetivos del 12º Congreso
*El PSC tiene que renovar y ampliar su proyecto político de unidad civil y cohesión social, un proyecto socialista, catalanista y federalista, capaz de impulsar reformas en profundidad para asegurar el progreso económico, la justicia social, la libertad y la responsabilidad individual, la paridad y la sostenibilidad. Un proyecto capaz de aglutinar mayorías y de ganar la batalla de la ideas, con una organización más abierta, más acogedora, más transparente, más participativa, más moderna y más eficaz. Este es nuestro reto: una renovación profunda, sólida y colectiva.
         *Esta reiteración ad nauseam de un único mensaje, construido, además, con la argamasa de la indefinición, el ilusionismo, y otros desatinos del discurso político acrítico, es un acabado ejemplo, Miquel, del agotamiento del discurso del PSC, o de su actual dirección, para ser más exactos. Y con palabras viejas y manidas no se construye una alternativa seria a la simplicidad demagógica del nacionalismo convergente y afines.
Todo esto está a nuestro alcance. Pero tiene que ser un trabajo colectivo, de abajo hacia arriba. Una labor que tiene que recibir el apoyo, el impulso y el aliento de una nueva dirección.
*Es imprescindible una dirección fuerte, colegiada, capaz de recoger todos los acentos para impulsar un proyecto sólido, coherente y unívoco, consciente de **la necesidad de un relevo generacional, con ***un liderazgo que piense más en necesidades colectivas que en ambiciones individuales y que no condicione la decisión sobre la futura candidatura socialista a la presidencia de la Generalitat, que tendremos que tomar a través de elecciones primarias que tendrán que ir precedidas de un Congreso que apruebe la nueva oferta programática del partido y consolide el proceso de renovación que se abrirá en el Congreso que celebraremos en otoño de 2011.
         *Ya comenté con anterioridad las connotaciones derechistas y autoritarias que tiene la expresión “dirección fuerte”, que se opone, además, casi como si se tratara de un oxímoron, al “colegiada” que le sigue. Colegiada sí, y a ser posible con un programa claro, comprensible y capaz de suscitar la ilusión no sólo de lo deseable, sino, sobre todo, de lo posible. El recurso de las promesas electorales es lo primero que un nuevo lenguaje político ha de condenar; de igual modo que se tendría que oponer, un nuevo concepto de la política, al despilfarro de las campañas electorales: la obligación de los ciudadanos es enterarse qué se hace con su voto a lo largo de los cuatro años de la legislatura, y ha de recordársele que la democracia no sólo es un repertorio de derechos, sino también de obligaciones.
         **Es más que chocante –e indicio evidente de la desorientación que se evidencia en este informe- que se hable en párrafos anteriores de ganar la batalla de las ideas y ahora se proponga, casi como una panacea, un relevo generacional. ¿Acaso envejecen las ideas? ¿La juventud defiende mejor ciertas ideas? ¿Desde cuándo la experiencia ha dejado de ser un aspecto favorable de las personas? ¿Ha de desperdiciarse el capital político de una persona cuando, hacia los 60 años, está en el apogeo de sus capacidades intelectuales, emocionales y políticas? Se habla del relevo generacional de personas que tienen entre 50 y 60 años como si de quitarse de encima un régimen gerontocrático se tratara… En cualquier caso, ¿esta propuesta de relevo no choca, a su vez, con la elección de Rubalcaba, persona experimentado donde las haya? Sacralizar la juventud es una herencia de la publicidad, de la mercadotecnia; del mismo modo que venerar la ancianidad es bandera de las sociedades ultraconservadoras, véase el caso del “culto a Pujol, al gran avi convergente” que practica CiU. Ya dejó dicho Machado que no todas las canas son venerables, desde luego; pero de ahí a pensar que a la primera que le salga a un  gobernante ha de ir pensando ya en el retiro me parece un despropósito. Consumir líderes al ritmo que se consumen en nuestros días los ha convertido, efectivamente, en un artículo de consumo: agotada la novedad se vuelven enojosos y se convierten en una rémora para el Partido. Considero que el PSC ha de oponerse a esa tendencia suicida que desaprovecha un rico caudal de experiencia: las personas no han de valer por su edad, sino por sus conocimientos, su experiencia, su intuición, su seriedad, su honradez y una larga serie de virtudes que no es necesario enumerar.
         ***Supongo que es una cuestión que sólo un Congreso puede decidir, pero nuestra tradición democrática indica bien a las claras que el Secretario General de un partido es, automáticamente, el candidato a la Presidencia del Gobierno, por lo que la bicefalia –¡de haberla!, porque podría convertirse, esa partición de responsabilidades,  en mera subordinación del candidato electoral a las directrices partidarias, lo que le restaría autoridad política– que se propone no solo no encaja en lo comúnmente aceptado, sino que es una innovación muy peligrosa por lo que acabo de señalar. Con todo, cualquier experimento no tiene sentido hasta que no se ha sometido a la experiencia de su realización. 
*Hoy necesitamos una nueva dirección que conozca bien el partido y su gente, capaz de sumar voluntades y multiplicar esfuerzos, de unir sensibilidades, de comunicar bien, de transmitir esperanza e ilusión, de conjugar el “nosotros” por encima del “yo”, no anteponiendo nunca la ambición personal a la colectiva y con la capacidad de tejer amplias complicidades en los espacios progresistas.
         *Supongo, Miquel, que te das cuenta de que en este párrafo se vierte una crítica indirecta a la actual dirección que, en tu calidad de miembro de la misma, parece autoinhabilitarte para la futura dirección. Si se aspira a todo eso que reseñas, ello supone que no es lo que se tiene ahora mismo, por lo que la responsabilidad de que tales objetivos no se hayan alcanzado no puede encontrarse sino en quienes han gobernado el Partido hasta hoy, desde el último Congreso. Si eres consciente de ello, no me queda sino quitarme el sombrero y mostrarte mi admiración por la valentía política de semejante harakiri. Espero que los miembros del Congreso sepan apreciarlo y confiar en lo que este párrafo tiene de propósito de enmienda.
Una dirección con la voluntad de construir un puente hacia el futuro. Y de hacerlo lo suficientemente ancho y fuerte como para acoger todo lo que somos, todo lo que representamos, y para dejar paso cuando corresponda a quienes hayan de culminar el viaje que comienza en el 12º Congreso. Un Congreso de cambios, que abre un período de más cambios todavía.
De cara a preparar el 12º Congreso del PSC quisiera compartir con todos y cada uno de los y las militantes del PSC las convicciones, el diagnóstico, los objetivos y la hoja de ruta esbozados en este documento.

martes, 2 de enero de 2018

Apostillas al documento presentado por Iceta al Duodécimo Congreso del psC. VII


Séptima entrega desde la base a la que se apela, hipócritamente, desde la cúspide jerárquica..., ¡ay, tan alejada!

El test sobre la viabilidad de este nuevo pacto será el acuerdo entre el PSC y el PSOE sobre el nuevo horizonte federal de España que tiene que servir también para *actualizar la relación entre los dos partidos, asumiendo la expresión de la opinión y el voto diferenciados del socialismo catalán en el marco de un grupo parlamentario federal de todos los socialistas en el Congreso de los Diputados en aquellas cuestiones de importancia transcendental para Cataluña que no hayan podido ser acordadas previamente. Es **el modelo practicado con éxito en el Bundestag de la República Federal Alemana entre la CDU y la CSU. Nuestra vocación permanente es la de llegar a acuerdos, pero para los federalistas la voluntad de acuerdo no puede ser nunca entendida como aceptación de imposiciones.
         *¿De verdad se cree en la dirección del PSC-psoe que sus votantes “vivimos” la tensión de la doble pertenencia al socialismo a nivel organizativo? Desde fuera, aunque sea un fuera, como se ve por mis comentarios, tan cercanísimo, eso forma parte de un debate artificial que sólo alimenta el otro falso debate que tanto parece afectar a una dirección acomplejada frente a la manida estrategia del nacionalismo: las tópicas acusaciones de la “obediencia española” del PSC. Y lo que no puede ocurrir jamás de los jamases es que el adversario político marque las reglas del juego e incluso sus contenidos. Si después de haber tenido a un campeón del nacionalismo como Montilla (desafección por medio) amenazando al gobierno central a diestro y siniestro, aún CiU puede esgrimir, con beneficios electorales, la acusación de “obediencia española” es que hay un conflicto de fondo que se ha de resolver, y ello tiene que ver con las reflexiones que he dejado consignadas en párrafos anteriores.
         ** Me choca, sinceramente, que se ponga como ejemplo de organización un partido tan derechista como los alemanes citados. En mi imaginario político la “Baviera de Strauss” era lo más parecido al franquismo o al folclorismo político de la “Galicia de Fraga”; modelos que en modo alguno pueden tomarse como referente.
Mejorar nuestra conexión con la sociedad
Aun siendo difíciles las tareas antes señaladas, no agotan ni de lejos el trabajo que tenemos por delante. Tenemos que reaccionar también a los evidentes problemas de conexión del PSC con la sociedad, de haber reducido demasiado a menudo la acción política a la pura gestión de políticas públicas desarrolladas desde las instituciones, a las dificultades de traducir en acción y compromiso político una coincidencia social mayoritaria con los valores que queremos representar, recogidos en la Declaración de principios del partido aprobada por unanimidad en nuestro 11º Congreso celebrado en 2008.
El PSC tiene que recuperar su capacidad de agregación, *hace falta que vuelva a convertirse en referencia de una mayoría social progresista, capaz de representar a los trabajadores, a las clases populares y a los ciudadanos que comparten las ideas de progreso. El PSC ha de reencontrar su vocación de laboratorio de ideas, de espacio creativo y acogedor para el debate y la acción política, *rehaciendo desde abajo hasta arriba su conexión con la ciudadanía, con los exponentes más creativos y dinámicos de nuestra sociedad.
*He aquí dos ejemplos “de manual” de la vaciedad conceptual que ya he señalado con anterioridad y que aquí vuelve a repetirse. No sólo se trata de la reiteración de un concepto polémico donde los haya “progresista/progreso” sobre el que podría celebrarse un congreso monográfico, sino de la confusión entre lo posible y lo deseable: “hace falta”, “ha de reencontrar”, “rehaciendo su conexión con la ciudadanía”… Fórmulas retóricas que sirven para rellenar párrafos y para alejarse, con ellos, completamente de la realidad. Ya lo comenté con anterioridad, pero esos “exponentes creativos y dinámicos” en modo alguno querrán participar en una estructura organizativa tan jerarquizada y burocratizada como actualmente lo es cualquier partido político, en los que la democracia interna y el debate casi brillan por su ausencia. La famosa “disciplina” de partido ¿no debería sustituirse, al menos en parte, por la conciencia política de cada representante, que habría de ser libre de poder votar según sus convicciones, coincida o no con la posición del Partido, al modo como se hace en Inglaterra y Usamérica, por ejemplo? Obiols, hace años, ya quería acercar el Partido a modos de organización más flexibles, de ahí la incorporación de las primarias, pero nos hemos quedado a medio camino y se ha pensado que lo más efectivo, electoralmente, era la imagen de fortaleza y de seriedad, de las que Montilla sería el mejor ejemplo, pero la sociedad a la que se les proponen esos valores es muy distinta de la surgida tras el franquismo. La vida de Partido, lejos del contacto con las realidades del día a día, le ha llevado a divorciarse de esos sectores a los que ahora propones, Miquel, que el Partido se acerque. Para ello, sin duda, es el Partido el que ha de cambiar, ¡y mucho!, si quiere conseguir ese objetivo que me parece encomiable.
Tenemos que recuperar el impulso fundacional, la vocación de suma, la generosidad y *la apertura que hagan nuevamente atractiva la pertenencia al partido, una militancia ilusionante y eficaz, con la flexibilidad suficiente para que todo el que quiera aportar sus ideas, su tiempo y su esfuerzo pueda hacerlo desde la libertad *y con la confianza en que su aportación será reconocida. Hay que mejorar los mecanismos de información, comunicación y debate para hacerlo posible, también a través de la utilización creativa de las nuevas tecnologías.
         *Estoy totalmente de acuerdo con esos objetivos, y sobre ellos ya me explayé en las reflexiones que te envié antes de que me hicieras llegar estas tuyas. Para ello, no obstante, mucho habrán de cambiar las estructuras del Partido y, sobre todo, el fuerte espíritu militar jerárquico que ha sido característico de los partidos de izquierda desde la lejana fundación de los primeros partidos socialistas europeos. No estamos acostumbrados a la discrepancia y al respeto que se debe a quienes sostienen postulados distintos dentro de un mismo campo ideológico. De lo que se trata es de que “la última palabra” no sea la de la autoridad, sino la de la persuasión de la mejor argumentación y la mayor proximidad a lo real y a lo factible.
*Para los socialistas es vital volver a conectar con nuestra base tradicional, pero también establecer nuevos vínculos con las nuevas generaciones y con los sectores más emprendedores e innovadores, resolviendo las tensiones entre aquellos que ven la globalización como una oportunidad, y los que la temen y se resisten al progreso, **siendo conscientes de que no es fácil construir identidades y lealtades fijas en un mundo tan cambiante. Necesitamos forjar una alternativa a la hegemonía liberal-conservadora también para evitar que los miedos y las incertidumbres creadas por la crisis sean aprovechadas por populismos demagógicos de tipo identitario y/o de ultraderecha.
         *Es evidente que un suelo electoral de un 20% del electorado permite hablar de “nuestra base tradicional”, pero de lo que se trata es de analizar la erosión que ese suelo electoral ha sufrido a lo largo de las elecciones, porque de ese análisis surgirá el perfil más próximo a lo que se puede considerar como “base tradicional”. El mayor engaño en el que se pueda caer a la hora de plantear ese análisis es creer que todos los miembros de esa “base” son clónicos, es decir, identificados con una u otra de las famosas dos almas del Partido, por ejemplo. La gran variedad de matices que pueden encontrarse entre los votantes del Partido aconsejan replantear la “solidez” de esa expresión: “nuestra base tradicional”, sobre todo porque líneas más adelante se halla una afirmación que invita a reconsiderar la seguridad de esta afirmación. Sí, es tiempo de revisar incluso lo que se cree más firme y seguro
         **No es fácil, en efecto, pero no deja de ser cierto también que nuestra democracia se ha construido en torno a esas dos lealtades básicas, al PP y al PSOE,  que funcionaron como pilares del nuevo edificio democrático tras la larga dictadura, de ahí el hundimiento del PC , por ejemplo y la absorción de la extrema derecha por el PP. La lealtad en el caso del PSC se cruza con la reivindicación nacional y complica enormemente la situación, tanto como para pensar que haya dos lealtades, una para las generales y otra para las autonómicas, un bucle difícil de resolver, sobre todo  con el desenfoque emocional con que se acostumbra a considerar. La lucidez de tu afirmación, Miquel, choca con buena parte del texto en el que se obvia ésta, como si se tratase de un comentario anecdótico en vez de uno de los ejes fundamentales del proceso de reflexión que ha de producirse en el próximo congreso. Si el gran problema contemporáneo es la indeterminación del sujeto, el proceso de deconstrucción que ha sufrido el concepto del yo y la casi imposibilidad de la identidad como un firme asidero en tiempos de perplejidad y desconcierto, ¿cómo es posible que se salude con tanta ingenuidad conceptual la identidad de todo un pueblo y se haga de ello bandera? Sólo desde la proximidad al pensamiento mágico pueden defenderse posiciones así, la verdad.
El malestar social causado por la crisis ha puesto en evidencia un descontento profundo con la política y la conciencia creciente de los estragos causados por la economía del mercado global. *Una profunda regeneración de la política y la interlocución con sectores críticos con el actual modelo socioeconómico son imprescindibles para volver a conectar con amplios sectores sociales. Una conexión con la sociedad que también tiene que mejorar a través de **la presencia en las redes sociales y la práctica de una verdadera política 2.0.
         *Más buenas intenciones y tópicas palabras para un mensaje que puede sostenerse desde todas las posiciones del arco parlamentario. Lo conveniente es detallar esa regeneración y hacer de ella bandera, como el urgentísimo de las listas abiertas o la circunscripción única para las elecciones generales: si todos los diputados representan al pueblo español, ¿por qué han de sufrir los votantes la restricción geográfica a la hora de votar? Los parlamentarios han de trabajar por los intereses generales de los ciudadanos del país, no cada uno por los de esta o aquella región o nacionalidad, por lo tanto, es de urgente necesidad que podamos votar a cualquier candidato de cualquier candidatura de todo el país. La tendencia “controladora” de los partidos, su segunda naturaleza, seguro que contemplan una propuesta así como una invitación al caos, pero o nos movemos en esa dirección, la de que los votantes comprueben que algo se mueve, o la distancia entre los votantes y los partidos se volverá insalvable.
         **Lo más actual no quiere decir necesariamente lo más conveniente. No hay que sacralizar nada, porque eso es propio de una actitud no poco “paleta”. Ni el misoneísmo ni el filoneísmo. La red se ha convertido en un espacio privilegiado para explotar la inseguridad ontológica de las personas, que difícilmente se identifican en ella con su nombre propio y sí casi siempre con alias desfiguradores. La presencia en la red es importante, no lo discuto, pero las relaciones humanas requieren el contacto personal, la presencia, las sensaciones, las sinergias, las simpatías, etc. Si algo bueno ha tenido el movimiento 15-M ha sido el redescubrimiento del ágora, de la calle, del diálogo, de la discusión pública, del diálogo socrático… Y esa es la vía en la que se debería perseverar. Las complicidades personales garantizan la lealtad electoral, incluso por encima de las legítimas posiciones ideológicas. En la red apenas hay diálogo, sino intercambio de monólogos y de insultos. Pongo por caso el blog del compañero Joan Ferran. En uno de los posts abogaba por el diálogo con la gente como herramienta fundamental de una concepción de la política más cercana. Mi sorpresa fue comprobar, cuando quise hacer algún comentario al respecto, que el blog no admitía comentarios, es decir, negaba de raíz el diálogo por el que tanto abogaba. Este tipo de contradicciones son las que han de resolverse desde estructuras que, nacidas con rigidez de otros tiempos, han de adaptarse a la flexibilidad de los actuales.
La necesaria renovación de la democracia exige reivindicar la acción política y mejorar los mecanismos de representación y participación democráticas, promoviendo la aprobación de una ley electoral catalana que permita *la elección directa de diputados en distritos uninominales garantizando la proporcionalidad del sistema, erradicando la corrupción y todo abuso de poder, y promoviendo mecanismos de rendimiento de cuentas de los cargos electos.
         *Aquí se produce en cierta manera aquello de las churras y las merinas, porque de una ley electoral no se desprende la erradicación de la corrupción, del abuso del poder y la instauración de controles de los cargos electos, que están sometidos al imperio de la ley, al tribunal de cuentas, etc. A ver si ahora vamos a pasar del inmovilismo total al fetichismo de cualquier movimiento como si solo de uno de ellos dependiera la renovación de nuestra democracia. Estúdiense bien las cosas, escójanse las opciones que le dan mayor poder de decisión a los ciudadanos y reajusten los partidos sus estructuras en función de esa cesión de poder, que es lo procedente. Y lo decisivo, por supuesto, la transferencia de poder “real” a los ciudadanos, no un simple simulacro que conseguiría el efecto contrario del deseado: ampliar el abismo entre representantes y no-representados.