domingo, 28 de diciembre de 2014

¿Es Navidad? ¡Dejadme solo!


 

        El grito de guerra del atildado cocinillas...

            

         El obligado emprendedor de las comidas o cenas navideñas que congregan a tantos comensales como tostones, halla un placer extraordinario en el momento en que, concluido el ágape ritual  e iniciada la plomiza sobremesa, se reviste con el mandil masón y, a contracorriente de la orden laica, en vez de implorar la ayuda del cofrade, se interna solo en la cocina y abraza el placentero deber de imponer el orden racional de la limpieza frente al desorden pantagruélico del exceso omnívoro.

       Ningún paisaje como el de después de esa batalla gastronómica lo anima más y le impele a la realización de su más íntimo deseo: devolver al cuarto de los fogones su respetabilidad y su accesibilidad. Sabe siempre que lo primero es liberar los dos senos del fregadero, para hacer sitio a las pilas de platos amontonados en los mármoles y en los que se van enfriando las grasas variadas de las gambas al brandy o el cordero con vinagre al perfume de romero. Lo segundo es colocar una nueva bolsa en el cubo de lo orgánico. Y lo tercero, vaciar el lavavajillas para hacer sitio a los nuevos inquilinos, una vez aclarados para evitar los típicos churretes grasientos del exceso de vajilla y las dificultades de accesibilidad de los chorros benefactores de las hélices de aspersión de la máquina. Se trata de placeres simples, pero intensos, que se han de saber valorar. Percibir cómo el detergente dinamita los círculos grasientos, cómo esparcimos con el estropajo el jabón por toda la superficie o cómo el agua caliente disuelve los restos de jabón en cada pieza a la que hemos aplicado el tratamiento manual de restauración de la *impolución no son fenómenos cuya degustación esté al alcance de todas las sensibilidades, e incluso me atrevería a decir que pasan desapercibidos para la mayoría de los hombres y de las mujeres que, por azares diversos, se ven en la obligación de tener que hacerlo alguna que otra vez. La limpieza tiene sus devotos, y hasta sus figuras literarias, como aquella madre de la Tristana galdosiana que lavaba los álbumes de fotos y el piano por dentro y por fuera... La técnica con que se colocan las piezas en el lavavajillas, para facilitar que los chorros de agua lleguen a todas, el alineamiento, en la bandeja superior, de la cubertería, de modo que quepan tantas piezas,e incluso la estratégica colocación de algunas piezas de difícil encaje, como la espumadera, el rodillo o el rallador no es algo que se aprenda de un día para otro, si bien es verdad que a los hombres, especialistas en cargar los coches para las vacaciones familiares, se les ha de reconocer un plus de formación. Saberse solo en el espacio, que lo fue, de la cuidadosa preparación de los platos, para que los sentidos halagados convencieran a los estómagos hambrientos de las bondades gustosas de las viandas cocinadas, es un triunfo de tal naturaleza que, además de granjearnos la admiración de todas las mujeres presentes y el desprecio de los varones, nuestra soledad es galardón que no necesita ningún refuerzo positivo para complacernos. Trajinar en el mejor sentido de la palabra entre la mesa, los mármoles, la fregadera, la placa de inducción y el lavavajillas, liberando espacios, reembolsando alimentos, confinando los restos en envases plásticos con los que abarrotar la nevera para seguir comiendo durante varios días tras los excesos lo mejor de la invitación, sin duda es un constante no parar en el que, los virtuosos de esto, nos concentramos con una seriedad que no admite ni interrupción ni intromisión. Incluso ir sacando lo que se necesite o recogiendo lo último que se ha usado: vasos, tazas, platos de postre, copas, cucharillas o el esplendoroso textil manchado aquí y allá con los recuerdos imborrables de las fiestas repetidas año tras año, es gratísima labor. Se dice y se repite, no obstante, cada año, para evitar babosos halagos: "Gracias por dejarme disfrutar un año más",  y ¡zas!, portazo que te crió para quedarte a solas con la delicadeza con que recoges las sobras y las ordenas, con que, despejado el mármol, extiendes la bayeta bien escurrida para ir dejando las copas de cava que lavas con la suavidad con que la lavadora trata las piezas de ropa de la delicada lencería.  No supone ningún aborrecimiento manipular los restos de tanta comida como sobra, y aun a veces puede darse el caso de que le metas el tenedor, a destiempo, a alguna sobra que contemplas con el deseo de quien la forjó y reconoce el semblante apetitoso con que te seduce, incluso sin el ropaje de la presentación.  De lejos te llegan los rumores de la conversación banal. Tú, mientras, como un drogadicto del orden, te inyectas en vena el placer indescriptible del restaurador: fregoteas con esfuerzo y pasión la madera de cortar, la placa vítrea donde has guisado, el horno rebelde, y, al final, entre los ¡ohes! admirativos de la familia, cruzarás el salón con el mocho para completar tu obra con la lejiada del suelo que evite la desagradable *pegajosería de la grasa y devuelva el perfume cítrico a la estancia. Antes, si se han escapado algunas sobras orgánicas por las tuberías de la fregadera, entra dentro de lo posible que acabes calentando la Olla Máxima (50 l) y, después de rellenar las tuberías con sosa cáustica, te regales con el espectáculo invisible y audible del regurgitar de las cañerías cuando las obligas a beberse los cien grados líquidos del agua que viertes en ella con sumo cuidado, porque más de una vez el reflujo ha acabado convirtiéndolas en géiseres llenos de tropiezos orgánicos. 

     Sí, hay placeres solitarios difíciles de describir.        

 

 

domingo, 21 de diciembre de 2014

Goytisolo. Heterodoxo premio Cervantes.

                            


Juan Goytisolo, hijo de Cervantes y nieto de Fernando de Rojas, un atípico Premio Cervantes 2014: el maldito galardonado.



   
Son palabras suyas: “Cada vez que me premian, dudo de mí mismo”. Y no es para menos, porque no deja de ser chocante que quien más ha buscado el malditismo entre los escritores españoles contemporáneos reciba un homenaje casi de carácter nacional que honra toda una carrera literaria, larga, fecunda y admirable en las tres vertientes fundamentales en las que se ha derramado su genio creador: la novela, el ensayo y la autobiografía, sin que por ello haya dejado de tocar otros “palos” en los que se ha desempeñado con notable habilidad expresiva, como el documental (Alquibla es su obra capital), la crónica periodística (Cuaderno de Sarajevo), los libros de viajes (Campos de Níjar) o los afilados artículos de opinión con que siempre se ha enfrentado al mandarinismo y la garbancería de la cultura española sometida a los dictados del poder, de las modas y de la nesciencia en particular.
Juan Goytisolo nació en Barcelona y a la edad de 7 años perdió a su madre en uno de los bombardeos sobre la ciudad condal en el transcurso de la Guerra Civil. Emigró muy joven a París y, desde entones, bien puede hablarse de él como de un transterrado, más que un autoexiliado, aunque ésta haya sido su condición deseada y la que le llevó a estudiar con rigor y exhaustividad un autor, también autoexiliado, como Blanco White. No caería dentro de los extraterritoriales de Steiner, porque en estos se produce un cambio de lengua de creación que no se ha dado en el caso de Goytisolo quien siempre ha sido fiel al castellano y de quien no se conoce, por otro lado, ningún texto en catalán.
Los lectores habituales de Juan Goytisolo agradecemos un rasgo de su personalidad como escritor que nos ha llevado al conocimiento de un sinfín de autores de cuyo valor ha sido permanente garante a lo largo de los años. Me refiero a la consagración del autor al estudio crítico de la literatura española clásica, publicada en volúmenes de tan inmarcesible recuerdo como Furgón de cola o Disidencias, por citar dos de los emblemáticos. De esa dedicación se ha hecho eco en no pocos artículos de opinión, publicados habitualmente en El País, que siempre han interesado a los lectores de nuestros clásicos. Dicha dedicación ha formado parte de los numerosos cursos que ha impartido sobre dicha materia en universidades americanas, luego recogidas en oportunos volúmenes. Aún recuerdo una conferencia suya la que asistí, de joven, en la sala de actos del Colegio de Arquitectos de BCN, en la Plaza de la Catedral, donde recomendó con pasión lectora los dos volúmenes apretadísimos de letra y en papel biblia de Los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez Pelayo, a su juicio, una de las grandes obras de la filología española. Para él era evidente que  a quien D. Marcelino acometía con la caballería tridentina para arrollarlo, ahí había un autor de sumo interés. Y nunca erró el tiro. Y puedo dar fe de lo apasionante de la lectura que nos sugirió.
Es ineludible, porque el Cervantes es como el Óscar a toda una carrera, que no se pueda escribir un artículo como éste sin mencionar sus inicios en el realismo social y la aparición de una obra, Señas de identidad (1966), cuyo título ha quedado como una frase hecha para determinar la importancia de la búsqueda de las raíces de cualquier tipo: políticas, morales, religiosas, económicas o hasta futbolísticas. La obra, sin embargo, constituyó un aldabonazo en la conciencia de una generación como la de quien esto firma que nacía a la lucha antifranquista y que hizo suya, con avidez, la conflictiva biografía del protagonista, Álvaro Mendiola, que ofrecía la novela: una ruptura generacional con un pasado de naftalina dormido en el sueño de las glorias imperiales y sustentado en el prosaico pero eficaz recurso de la represión policial. La obra se convirtió en el primer volumen de una excepcional trilogía, completado con otras dos obras de inmenso mérito: Reivindicación del conde don Julián (1970) y Juan sin Tierra, (1975). A medida que Goytisolo fue alejándose del realismo y entrando en la magia del lenguaje y los experimentos narrativos, la obra del autor fue quedándose ya para adeptos contumaces. Obras como Makbara (1980) o La cuarentena (1991) están ya muy lejos de la potencia literaria de aquella trilogía mencionada.
Cuando parecía seguir una deriva hacia experimentos que concitaban cada vez menos público lector, se embarcó en la publicación de un autobiografía cuyos dos volúmenes, Coto vedado(1985) y En los reinos de taifas(1986) son, sin lugar a dudas, de lo mejorcito del género en nuestro siglo XX, a pesar de los excelentes libros que el auge del género, al que tan poco dado ha sido, relativamente, nuestra Literatura, nos ha legado. La desgarradora sinceridad y el estilo eficaz y bellísimo con que Goytisolo se desnuda ante el lector provocaron no poco alboroto en su momento, y seguro que aún impactarán  a los lectores de nuestros días. La vena genetiana de Goytisolo, un autor transgresor par excellence de la literatura europea al que Goytisolo siempre se ha sentido muy unido, se manifiesta descarnadamente en estas dos obras maestras del género memorialístico español.
Otra vena creativa excepcional de Goytisolo, anterior a sus crónicas de conflictos como el de Sarajevo  o el de Chechenia, fue la canónica de la literatura de viajes, a la que pertenece Campos de Níjar (1960), un territorio que él convirtió en literario y la especulación ha querido convertir en una mina de oro, con ejemplos hirientes como el hotel El Algarrobico. Antes de la devastación del consumo masivo, en el 82 aún tuve la fortuna de seguir palmo a palmo el itinerario del autor y verlo casi como él lo vio.

Goytisolo siempre se ha movido, voluntariamente, en la exploración de los márgenes de lo social, allá donde se transgrede,  verbal o factualmente el sistema establecido, de ahí que pueda ser devoto del barroco y sensual Góngora, como también del místico y simbólico Juan de la Cruz, y que blasone de su admiración por un autor como Genet que hizo gala de la transgresión como norma de vida. Su presencia en nuestra vida literaria ha sido siempre la del molesto aguijón, cuando no del envenenado dardo untado con curare, y nunca se ha casado con nadie ni ha defendido esos cotos de poder que con tanta habilidad saben mantener algunos gestores culturales. Él se ha declarado de nacionalidad cervantina, y ello ahorra explicaciones sobre la justicia de haber recibido dicho galardón y de no haber renunciado políticamente, aunque tampoco a nadie le hubiera extrañado que lo hubiera hecho, como hubiera sucedido en el caso de que se lo hubieran concedido a Javier Marías, quien ya se ha declarado incompatible con cualquier galardón de origen público. Cervantino se reconoce Goytisolo, que no quijotesco. Y es importante la distinción, porque hay una lección de libertad en Cervantes que no está en D.Quijote, apegado al modelo de la, ya en su tiempo, muy anticuada caballería andante. Cervantes, el converso, el hasta cierto punto heterodoxo, el homosexual, el defensor de que “cada cual es hijo de sus actos”. Si “el ser del hombre se funda en la palabra”, como defendía Heidegger, es evidente que Goytisolo la ha llenado de libertad creativa y le hemos de estar agradecidos. Escribimos en mejor castellano, después de haberle leído.                                                    

lunes, 15 de diciembre de 2014

Jero Romero: artista fiel a sí mismo.



                               


Un concierto memorable de Jero Romero, autor de Grieta y Cabeza de León: triunfar para minorías con una obra universal.


El pasado viernes, 12 de diciembre,  en la sala City Hall, en plena Plaza de Cataluña, en esa tarde una auténtica “cavern”, Jero Romero ofreció un concierto para sus fieles seguidores y para los que, como este crítico, se acaban de incorporar a quienes se sienten muy cerca de unas canciones que merecerían vastas audiencias. Entre todos llenamos la caverna donde cinco músicos en estado de gracia nos ofrecieron un recital lleno de talento, potencia y un sentido extraordinario del más puro rock and roll. Un directo impresionante con el que presentó las canciones de su nuevo y sorprendente álbum, Grieta. Si en el anterior, Cabeza de león, dominaban unos temas muy melódicos y con algunos magníficos estribillos, en Grieta el autor ha querido construir una narración y ha dotado al disco de una cohesión que lo aparta de la simple recolección de canciones aisladas. Sería algo así como “el álbum blanco” de Jero Romero: una libertad absoluta y una originalidad notabilísima. El propio arranque del disco, El brazo, nos introduce ya en esa experiencia narrativa donde se pueden oír canciones novedosísimas, como Narciso, sin renunciar a otros temas fieles al melodismo del autor, como Caer de pie o Leo, por ejemplo. Se trata de obras de marcado carácter intimista en las que el autor manchego disecciona ciertos aspectos de la vida emocional y psicológica desde una perspectiva adulta, así como ciertas paradojas a las que parece naturalmente inclinado, como en Fue hoy.

The Sunday Drivers tenía un sonido beatle muy marcado, algo que, en castellano, sin embargo, ha desaparecido, para entroncar con sólidas raíces de nuestra música pop.  Jero Romero es un crisol de herencias y coincidencias: Los Brincos, Módulos, TamTam Go!–que también empezaron cantando en inglés–, Bunbury, Antonio Vega y, aunque parezca extraño, Sisa, sobre todo el de Visca la llibertat (2000), la última aventura artística, con el cambio de siglo, del proteico y esencial cantante barcelonés; una de sus canciones, La verbena dels desamparats, no desencajaría en absoluto en esta Grieta manchega: ese es el gran poder de la música, que abate las fronteras. Y, con todo, el personalísimo estilo del autor y cantante manchego, lo individualiza frente a repeticiones estandarizadas de ciertos gustos y estilos que dominan el panorama musical al estilo como los bestsellers dominan el literario. El valor inmenso de Jero Romero es haber querido tener el control personal de su obra: grabar lo que quiera y como quiera y ofrecerlo, además, a unos precios accesibles a cualquier público. Lo del boca a boca es la mejor publicidad del mundo, porque no suele fallar, cuando no es una estrategia comercial sino el efecto de una pasión. Jero Romero está construyendo una obra musical que, a buen seguro, no tardará en ser reconocida como una de las más sólidas de este país. Es posible que me ensordezca la pasión y no tenga oídos más que para estos álbumes excelentes, pero no me canso de escucharlos una y otra vez y de ir, como en los buenos textos literarios, descubriendo nuevas lecturas, nuevos sonidos. A mí me ha resuelto los regalos de esta Navidad, sin duda. Y espero con paciencia, porque las obras requieren un tiempo mínimo de maduración, su próximo álbum, y si recurre al crowdfunding tendré el honor de participar humildemente en él.

martes, 9 de diciembre de 2014

Exceso de olfato...


       Ayer, último día del no puente,  salí, del edificio donde vivo, con la impresión de que un olor muy fuerte y pestilente con el que me tropecé en el rellano antes de coger el ascensor podía ser un escape de gas. Volví dos horas más tarde y el olor se había intensificado y extendido. Comencé a ventear como un sabueso para tratar de dar con el foco de la nauseabunda pestilencia.  Subí un piso y me pareció que disminuía levemente. Baje otro y, de camino, ya me llegó una tufarada que casi me provocó una arcada. Fiel a mi canina condición policial, seguí olfateando con una intensidad digna de una mención policial, canina, por supuesto, por servicios distinguidos en pro de la comunidad, pensaba,  y acerqué mis castigadas pituitarias a lo que me pareció el foco: la vivienda de la vecina ut infra. Apliqué la roma punta de mi apéndice nasal a la juntura de la puerta con la jamba, después de haber llamado al timbre y no obtener respuesta, y el olor me separó de ella con tan fuerte impacto que casi me estrelló contra la puerta de la vecina de enfrente, que tampoco estaba en ese momento, como deduje de que no respondiera a los insistentes timbrazos con que la llamaba para saber si tenía la llave de la vecina y podíamos esclarecer el hediondo asunto. 
        Mareado por las dudas y el mefitico aroma que seguia su extensivo e invasivo camino, entré en casa, puse una toalla al pie de la puerta para impedir que nos entrara en casa el venenoso y silencioso enemigo y llamé a urgencias del gas, después de haber buscada el teléfono en internet, claro está. No tardó en llegar un joven que, una vez le hube franqueado el acceso a la finca, subió por la escalera piso a piso con su medidor de escapes de gas. Llegó, se plantó ante mí y me dijo: -¿Qué? -¿...? -Pues que ya me dirá qué pasa. -¿Pero de verdad no lo huele? El hombre se giró, practicó tres inhalaciones nasales profundas, y concluyó: esto no es gas. -Hombre -me desahogue- por lo menos ya huele algo...
-Sí, caballero, pero no es gas. -No será gas, pero esto tira de espaldas. -Venga, venga al primero y huela en el primero primera. Lo hizo y retiró la cara con un gesto de asco radical. -Oiga, esto huele pero que muy mal. -¿Y qué me recomienda Vd. que haga? -Llame al 112, a ver qué le dicen.
        Dicho y hecho. Llamé al 112 y estos, a su vez, porque era cosa de olores, al parecer, me pusieron con los bomberos, quienes, en cuanto me oyeron sospechar de olores nauseabundos debieron de pensar lo mismo que yo había pensado y no querido manifestar, porque la cosa parecía más que tremebunda. Entre estos ires y venires, finalmente, apareció la vecina, lo que me provocó un alivio inmenso. Volví a subir corriendo para abortar la alarma en el 112, quienes me volvieron a pasar con bonberos y comuniqué la falsa alarma. Volví a bajar y en cuanto hablábamos, el chico del gas y yo con la vecina, me giro hacia el tramo de escalera que bajaba y aparecieron de repente, es decir, de repente, como materializados desde su parque por métodos de ciencia-ficción, cinco bomberos equipados, casco incluido, como cinco torres, ocupando todo el tramo de escalera. Mi susto casi me deja en el sitio. -¿Es aqui? ¿Qué pasa? 
          Claro que era "aquí", y aquí es cuando comenzaron las explicaciones que me tienen corridito de vergüenza: la vecina había puesto una col a hervir y se había bajado a hacer un recado. Cuando nos  abrió, inocente como quien ignoraba toda mi movida olfativa, se quedó de piedra al verme a mí, al del gas y al jede de los bomberos ante ella, y cinco más en el tramo de escalera que, por fortuna, no llegó  a ver. -Se ve que Vd. no cocina, oiga -me dijo, con cierta sorna. -Yo he seguido la sugerencia del técnico del gas -tiré pelotas fuera. -Pues se ve que Vd. tampoco cocina. -Y Vd., señora, otra vez que hierva col, échele un chorrito de leche, y nos ahorramos falsas alarmas. -La primera noticia -dijo mi vecina. -O de vinagre -añadí yo, para que viera el jefe de bomberos que sabía cocinar, algo que llevo haciendo desde los 9 años en que aprendí.
         Total, que el jefe de bomberos me tomó los datos; también me los tomó el del gas. Y ahora aquí estoy yo, temblando económicamente por si mi falsa alarma olfativa es considerada uso imprudente de los servicios de urgencias y me cae el multazo correspondiente.
        Ahora bien, el sulfuro de hidrógeno de esa col bullente equivoca al sabueso más adiestrado... ¿o no? En cualquier caso, y como vivo en un edificio lleno de personas mayores solas, ante esa sulfurosa situación, casi un presagio del azufre infernal, ¿fue acertada o no la decisión, compartida con el técnico del gas, de llamar al 112? ¿Soy culpable o inocente, aunque alarmista...? La duda me impide dormir...

domingo, 30 de noviembre de 2014

La navidad antiestética de Barcelona



                           


Barcelona: el ocaso de la ciudad ingobernable puesta al servicio del turismo de lujo.

     Una ciudad gobernada por una minoría inestable tiene serias consecuencias para el futuro de la misma. Y las nubes estadísticas que asoman en el horizonte nos hacen pensar que el desgobierno aún puede ser mayor. A pesar de que Barcelona se mima para que los turistas con posibles (muy otros que los meramente posibles, pero no siempre deseables...) tengan una agradable estancia y no sepan que el corazón de la ciudad, pletórico de sangre, tiene los miembros gangrenados, incluso ese cogollito abstraído del curso ordinario de la vida ciudadana, para convertirse en postal modernista donde el tiempo se ha detenido, acusa ya señales inequívocas de desgaste y deterioro, usualmente en forma de suciedad, de transformación del paisaje humano y de proliferación de comercios que no exige la vida habitual del barrio, pero sí los turistas con posibles. El alcalde de Barcelona ha devenido una figura grotesca y sin autoridad, en nada diferente de la del propio compañero de coalición que gobierna al otra lado de la deslapidada Plaza de la Constitución.
El útimo atentado que ha sufrido la ciudad, por anecdótico que quiera considerarse es el de la iluminación navideña, en estos días, además, en que la famosa "pobreza energética" amenaza con los viejos días del frío y los sabañones a no pocos conciudadanos para los que Trias no gobierna. Es de ayer, como quien dice que hayan puesto abrupto punto y final a las reuniones con los enardecidos barcelonetanos que se quejaban, con santa indignación, de la okupación del "otro" turismo sin posibles que no se permite hoteles, sino esos pisos turísticos ilegales, "indies", como cavernas donde celebrar los ritos juveniles de la borrachera y el desmadre.
Cualquiera que mire hacia el cielo de nuestras calles se verá sorprendido por el despliegue de abominable gusto con que los comerciantes y el ayuntamiento de incompetentes pretenden subir la moral consumidora de los barceloneses, con cuentas de colores de amargo regusto. Ahora que se sabe que, además, este ayuntamiento nuestro que presta a la Particularidad y se gasta un fortunón en la Mercè, paga religiosamente porque unos pocos de riñón forrado disfruten del patinaje sobre hielo en una plaza que ya no es de todos, sino de pago, esto es, de quien manda.
¿Cómo es posible que una ciudad que pasa por ser una de las capitales europeas del diseño tenga la más chabacana iluminación navideña del continente? Del breve recorrido por las principales calles céntricas, e incluso por algunas otras colindantes, la única impresión que saca el viandante es la de una enorme tristeza ante la evidente falta de imaginación con que las autoridades y los comerciantes han abordado lo que, bien hecho, podría incluso ser un reclamo turístico.
La de la Gran Vía se lleva la palma, sin duda. Donde el año pasado hubo unos cuadros luminosos que  por lo menos, dada su simplicidad, no molestaban en exceso a la vista, campea ahora la prueba evidente del mal gusto, casi equiparable a la de las paradas de autobuses madrileñas, por hacer una comparación inteligibe. Ignoro si el "desenfado" ambiente que proclaman dichos rótulos no obrará el sentido contrario, aumentando hasta niveles de epidemia el scroogismo de quienes intentamos sobrevivir a lo que se no adviene en cima y reduciendo al mínimo el afán consumista al que se apuntan los dos actores decoradores de estas fiestas sin entrañas, que no entrañables. La ley inapelable del consumo hundirá en la miseria moral a cuantos están en bancarrota individual. La apología del sentimentalismo que, como nadie, han plasmado indecentemente los autores del anuncio de la lotería de Navidad, es una tormenta perfecta contra la que es casi imposible luchar. Y, para colmo, como que intuyo las bufandas cubanyeras que lucirá Santa Klaus, quien nos traerá las "llaves" del nuevo estado, como si lo estuviera leyendo... Y al trío de reyes camelleros Trias les pedirá petróleo en las costas de Tarragona y que España nos financie el trasvase del Ródano, antes de nuestra salida, por si les da por desviar el cauce el Ebro a esos mesetarios salvajes...
Lo que iluminan las cuentas de colores son las fabulaciones cajísticas de los comerciantes y el paupérrimo nivel estético de una administración que ni gobierna ni deja gobernar.

viernes, 21 de noviembre de 2014

La nueva quinta del biberón.

                                                                            A todos los yayoflautas, con admiración.
           Cedió Cayo Lara, venerable diestro, los trastos de marear la perdiz a Alberto Garzón y el infante que recibe la alternativa se estrena, en el coso político, con declaraciones laudatorias del cambio generacional que hubieran bastado, en un partido serio, para mandarle al baúl de los recuerdos, a cultivar naftalina.  Con la piedra filosofal de la juventud, el JASP del partido neocomunista en permanente transformación, una más de sus largas metamorfosis para encabezar los movimientos ciudadanos y de protesta contra el sistema en el que algunos de ellos, y de sus votantes fieles, están perfectamente instalados, nos quiere endilgar la nueva consigna: la juventud es fuente de sabiduría, de rigor y de liberación. Aporta, a su tópico entender, una "visión nueva", la "visión de su generación", y se queda tan satisfecho, como si hubiera dicho algo. Ignoro el funcionamiento de los cursos de formación de cuadros del PCE o de IU, pero creo que tienen menos valor que el título de bachiller LOGSE, de nefasta implantación socialista. En cualquier caso,  ligar novedad a la edad, aunque esté dentro de ella, como un oxidado calambur, es propio de necios, literalmente, ne scios, los que no saben.
            De repente, acosados por la relativa juventud de los podemistas, con el pipiolo Errejón de la buena beca digitoamical a la cabeza, diríase que los partidos han descubierto que no se puede estar en la primera línea política más allá de los cuarenta años, porque todo da entender, sin que haya estudios del CSIC por medio que lo demuestren, que algún anquilosamiento mental se produce en el político veterano que se vuelve incapaz de entender la realidad, y menos aún de intentar modificarla. Como si se abandonara al "yparaqueísmo" que adorna a tantas personas de provecta edad ante cualquier esfuerzo, como si el resto de la vida fuera ya un trámite que excluye cualquier aventura.
           Se sienta un precedente peligroso, porque del mismo modo que la infantilización de la sociedad ha llevado a que la edad de abandono del hogar ronde los 30 años, es muy probable que la edad media del Congreso acabe rondando, a este paso,  los 20, con lo que uno se aventura a pensar si el hemiciclo acabará convirtiéndose en botellódromo, llevando el razonamiento hasta ese absurdo en que, por lo demás, vivimos instalados casi permanentemente.
             Que la juventud es un valor de consumo me parece harto evidente, y que cotiza fuerte, también. De lo que no estoy tan seguro es de que la inexperiencia lo sea asimismo. Que alguien pase de los libros al BOE, sin que por medio haya habido una creación del yo, una biografía que incluya ciertas experiencias humanas básicas que nos permitan entender nuestro entorno, me parece una nefasta inversión. Si la gerontocracia es un mal para cualquier sociedad, la juveniliacracia aún me parece peor. Si la actividad política ha de ser el más fiel espejo de la realidad en la que se manifiesta, ¿cómo es posible que, casi de la noche a la mañana, se considere a la mayoría de la población  prácticamente inhabilitada para ejercerla en puestos de alta responsabilidad? 
             
         

lunes, 17 de noviembre de 2014

Fisking a la oquedad del Psoe



Fisking al HACER, dicho,  del Psoe en su acuerdo de ciudadanía de Zaragoza.


Aficionado a fiskingar documentos socialistas –que conste que hay perversiones peores…–, me encuentro en la red con el pdf de este monumento a la nesciencia que es la declaración zaragozana del Psoe reunido para propulsarse hacia no saben dónde, no acogida a los benéficos efectos del manto de la Pilarica, desde luego, a juzgar por la torpeza enunciativa, la pobreza ideológica y el exceso de retórica huera, castelarina, con que los socialistas españoles han oficiado un acto de reafirmación en su orfandad ideológica, combatida, sin embargo, con un asalto mediático que está, a mi modesto parecer, lejos de rendir los frutos que ellos esperan. Se acumulan muchas contradicciones, muchos “cariños” dedicados –confundiendo a los destinatarios– que causan vergüenza ajena, mucha desorientación mediática, mucha incongruencia conceptual y un exceso de estilo huero y pseudocómplice que, también a mi modesto entender, no acorta la distancia a la que se encuentra ahora mismo el Psoe de buena parte de la población desencantada, por una parte, y responsable, por otra, de “lo que ocurre”. El votante se ha convertido en cliente y, como paga –vota–, manda, nada que escueza se puede ni se debe decir de él. Y así nos luce el pelo. Comento dicho documento, aunque al hacerlo se dé uno cuenta de que el Anexo al anterior, de Valencia, de 5 de noviembre del presente año, vale por todo el presente.

España sufre la mayor crisis institucional desde la instauración de la democracia. Lo reflejan las encuestas, lo expresan los medios de opinión, lo vive y comenta la ciudadanía española.  
[La que llevó a los Pactos de la Moncloa, se ve que no era manca. Y la del golpe de estado de Tejero, tampoco. Las fuentes no son precisamente muy fiables: la demoscopia española sí que esta en crisis de credibilidad. Los del CEO auguraban que sólo se abstendría el 7% en el carnaval consultivo secesionista, por ejemplo. La de La Vanguardia y El Periódico le daban a Mas, en el último de sus adelantos electorales, mayoría sobradísima. Los medios de opinión lo tienen todo de medios de comunicación “a” las masas, pero no “de” ellas, ¡hasta ahí podríamos llegar”, se dirán, escojonaos de la risa. Y los comentarios ciudadanos, pues cada uno de su capa un sayo, como corresponde.]
Se produce cuando disponemos de la mejor Constitución de nuestra historia, la que mejor ha contribuido a la estabilidad y el progreso de nuestro país y la que ofrece mayores garantías a nuestros derechos. Y, sin embargo, hoy los ciudadanos y ciudadanas muestran su voluntad de regenerar la democracia española.  
[¿Implica, acaso, lógicamente, lo segundo un cambio de la primero? ¿No puede haber regeneración sin cambio constitucional? Lo que habrán de cambiar son las leyes permisivas que toleran la corrupción, ¿no? ¿No es contradictorio proponer la regeneración de “la mejor Constitución de nuestra historia”, “la que ofrece mayores garantías a nuestros derechos”? ¿Cómo “regenerar” lo que ya es excelente?]
La respuesta conservadora a la crisis ha eliminado, en buena medida, la seguridad y protección que ofrecía el Estado de Bienestar creado en los años ochenta y noventa del pasado siglo por la acción de los distintos gobiernos socialistas. La clase trabajadora y media se han convertido en las víctimas principales del proceso en el que la crisis económica se transformaba en una profunda crisis social. 
[Así enunciado, se da a entender que el “Estado de Bienestar” ofrecía esa seguridad y protección independientemente de cuáles fueran las condiciones económicas del país, y que constituyen algo así como un gasto al que las circunstancias económicas no han de afectarle de modo alguno.]
 El malestar ciudadano ante el retroceso en sus derechos, el deterioro de los servicios públicos y el empobrecimiento de las clases medias trabajadoras, no consigue apagarse con la propaganda del Gobierno ni, menos aún, por la leve mejora de algunos datos económicos que, aun siendo bienvenidos por el PSOE, nunca se traducen en expectativas reales para sus vidas que les alivien su sufrimiento, sus sacrificios, su desesperanza.  
[Pues no deberían bienvenidarlas si su contrapartida es, curiosamente, el “retroceso, el deterioro y el empobrecimiento”, dado que en modo alguno contribuyen a revertir la situación.]
Es un juicio que ha adquirido, en el último año, una dimensión distinta de la mano del reto a la supervivencia misma del Estado planteado por fuerzas independentistas que promueven la secesión de Catalunya de España.  
[El “juicio” ¿se refiere a “todo” lo anterior” o solo a lo de la “regeneración” de lo que se considera excelente?]
El Presidente de la Generalitat ha burlado su condición de representante de todos los catalanes y ha preferido una actuación personal y partidaria, que ha provocado una grave fractura en una sociedad plural como es la catalana. Pero el Gobierno de España no ha comprendido la dimensión del reto ni ha querido plantear alternativas para, sin lesión de la igualdad de trato de todos los españoles, atender los problemas que el Estado Autonómico muestra hoy en Catalunya y en el conjunto de las Comunidades Autónomas.  
[“Alternativas para, sin lesión de la igualdad de trato de todos los  españoles, atender los problemas que el Estado Autonómico muestra hoy en Catalunya.” Dejando de lado que Cataluña en castellano se escribe con eñe, porque no escriben, estoy seguro München, sino Munich; es notoriamente demagógico plantear que no se lesione la igualdad de trato de todos los españoles cuando lo que se plantea, a nivel simbólico y político es la soberanía plena de una parte del territorio.]
El PSOE reitera su estima a la ciudadanía catalana. Los socialistas reafirmamos hoy nuestra convicción de que Catalunya forma parte inseparable de España, de que España no se entiende sin Catalunya, y de que los retos que sufre la población catalana y el resto de España en forma de desigualdad, pobreza laboral y desempleo, sólo podremos resolverlos juntos. Estamos convencidos de que las dificultades de reconocimiento que encuentra Catalunya pueden y deben resolverse en el marco de una reforma de la Constitución que afecte al conjunto de las Comunidades Autónomas y ciudades con Estatuto de Autonomía.  
[Corrección política y miopía al ciento por ciento. Olvidemos por un momento la salsa rosa de los cariños, que no hace más daño que el estético, y centrémonos en la errónea concepción que tienen de esa realidad social y política a la que llamamos Cataluña. Con un 30% de independentistas y un 70% que no lo somos, ¿de qué hablan cuando dicen “Cataluña”, en quiénes piensan, a quiénes se dirigen? ¿Qué entienden por “reconocimiento”? La vaguedad, de nuevo, es el principal motor del “recambio” socialista. Y así no se llega sino al fracaso. ¿Por qué no consideran que la verdadera anomalía catalana es que el poder político esté en manos exclusivamente de ese 30% frente a la mayoría real?]
Pero hoy vivimos, también, en un contexto de deterioro sin precedente de la imagen de las principales instituciones del país, manchadas por numerosos escándalos de corrupción de cifras millonarias que contrastan con las estrecheces cuando no la pobreza de sectores enteros de la ciudadanía. Una corrupción que incluye a cargos públicos y representativos que utilizan esa condición para su beneficio personal y que, en ocasiones, organizan tramas que han llegado a financiar ilegalmente al partido del Gobierno, como es el caso de la actual cúpula dirigente del Partido Popular.
[No mencionar los ERE de los conseguidores andaluces o la corrupción de Pujol y familia es dejar muy coja la queja, la verdad. ¿Para cuándo un replanteamiento de la “descentralización” del poder que supone que el más cercano a los ciudadanos, el municipal, sea el más corrupto?]
No es posible ignorar que la crisis institucional alimentada por todos estos fenómenos es la manifestación más grave de la crisis política, hasta el punto de que se está convirtiendo ya en un obstáculo real para la recuperación económica, la creación de empleo y la proyección de España en el mundo.  
[Parece más un brindis al sol que un juicio fundado el hecho de que una crisis política sea un obstáculo para la creación de empleo. ¿Crea empleo la política, si no se hacen planes E, como el de Zapatero? ¿Cuánta inversión pública es capaz de inocular un partido en el sistema, sin que haya una mejora objetiva de nuestros recursos?]
El PSOE, consciente de que un elemento clave de la crítica ciudadana afecta a los partidos políticos, ha comenzado la revisión de su organización y funcionamiento, empezando por sí mismo. La elección del Secretario General por el voto directo de los militantes, las elecciones primarias para elegir a nuestros candidatos; la transparencia de las cuentas del Partido y del patrimonio e ingresos de nuestros cargos, la ejemplaridad y contundencia ante casos de corrupción, son las pruebas iniciales de este propósito.
[En las primarias para alcalde de la segunda ciudad española, Barcelona, apenas votaron, en la segunda vuelta decisiva, 5.200 personas de un censo “llamado” de 1.100.000 y de un censo posible de, ¿ponemos un 10% de los votos de las últimas municipales 535.232?,  lo ponemos, ¡ea!: 53.523. En este caso el poder de los números es tan contundente como humilde habría de ser la apuesta de acercamiento a la ciudadanía de un partido como el Psoe. La transparencia es buena, pero ni siquiera el voto directo de “solo” los militantes es una buena señal: la realidad va por delante de eso.]

Hoy queremos reiterar nuestro compromiso con el sistema constitucional y estamos dispuestos a liderar un nuevo pacto ciudadano que regenere nuestra democracia, la dote de mayor legitimidad y la prepare para afrontar los nuevos desafíos de nuestra época con el fin de volver a hacer de España un proyecto atractivo y compartido que dé seguridad, libertad y garantías de progreso y bienestar a todos sus ciudadanos y ciudadanas. 
[“Estamos dispuestos a liderar”. A ofrecerse, en primer lugar, puesto que vienen desde muy abajo en la estimación social. Por otro lado, si tan excelente es nuestra Constitución, ¿cómo cabe dotarla con mayor legitimidad? ¿Son partidarios de que cada  generación haya de renovar la aprobación de la constitución? De ahí al “proceso constituyente” por el que claman en Podemos, no media un paso.]
Los socialistas proponemos la renovación del pacto constitucional a través de una reforma de la Carta Magna, un compromiso de regeneración democrática y la convocatoria urgente de una Conferencia de Presidentes. 
[Ah, la bicha de la ambigüedad para no decir nada que sea algo más que esa nada permanente… ¿“Conferencia de Presidentes” significa que el del gobierno va en el lote, con igual rango, o que la convoca y la preside? Se les escapa el federalismo soberanista: cada autonomía soberana y todas federadas, porque ese es su proyecto federal, en el fondo, y en Granada.]

 Proponemos, en primer lugar, abordar una reforma parcial de la Constitución que salvaguarde sus señas de identidad pero que permita afrontar con éxito sus tres retos esenciales: 
1. Blindar el sistema de derechos, libertades y la igualdad de todos los españoles. Creemos que la reforma debiera dotar del máximo reconocimiento y del máximo nivel de protección al derecho de la salud y a la seguridad social; ampliar el ámbito del derecho a la igualdad de trato y la no discriminación; convertir en derecho ciudadano el derecho a pensiones suficientes y a un sistema de servicios sociales y garantizar el acceso a la educación en condiciones de igualdad. 
[¿Y nuestra actual Constitución no nos garantiza el derecho a la salud y a la seguridad social? ¿Qué se entiende por pensiones “suficientes”? ¿Después de todos sus años de gobierno aún no se ha garantizado el acceso a la educación en condiciones de igualdad? ¿No habrían de pedir el perdón y la clemencia de los ciudadanos, entonces?
2. Modernizar nuestra democracia. Creemos que la reforma debiera  ampliar los espacios de participación ciudadana en la toma de decisiones por el Parlamento y por el Gobierno; mejorar la representatividad de los parlamentarios; reducir a la mínima expresión los aforamientos; finalizar con los indultos por causas políticas; asegurar la transparencia en el funcionamiento de las instituciones públicas; abrir y hacer más transparente a los partidos políticos; incrementar los mecanismos de prevención y castigo penal ante los casos de corrupción política.  
[Saltó el tótem, como la vulgar liebre: “modernizar”. Y hallóse la piedra filosofal. Ahora bien, ¿cómo se traduce, a nivel operativo, lo de “ampliar los espacios de participación ciudadana en la toma de decisiones por el Parlamento y por el Gobierno”? ¿Nos propone el Psoe pasar de la democracia representativa a la democracia asamblearia? ¿De qué manera se construye un “espacio” en que participen los ciudadanos para que el Gobierno de la nación tome sus decisiones? ¿O se nos convoca a una democracia referendaria, al estilo de la Suiza? Para la transparencia institucional bien que podían haber puesto siquiera la primera piedra durante tantos años de gobierno, pero prefirieron lanzarla y así la tenemos hoy, hecha añicos. Pero de la asunción de responsabilidades, nada de nada. Se adhieren al “adanismo” político, pero no pueden. Ni deben. So pena que dejen de ser el partido que son y comiencen, como sus adversario Podemos, desde cero.]
3. Transformar la España autonómica en la España federal. Resolver las disfunciones del Estado de las Autonomías provocadas tras más de tres décadas de existencia. Nos reafirmamos hoy en la Declaración “Hacia una estructura federal del Estado” que aprobamos en Granada, en el verano de 2012, para una reforma que delimite la atribución de competencias, consagre los principios del sistema de financiación, prevea instrumentos concretos de cooperación y lealtad institucional; redefina el papel y la composición del Senado, reconozca eficazmente las singularidades y hechos diferenciales de algunas Comunidades Autónomas y determine la financiación y las competencias de las Entidades Locales, mediante una nueva Ley de Bases del Régimen Local y de Haciendas Locales, que garantice la prestación de los servicios públicos básicos a todos los ciudadanos y ciudadanas. 
[Volvemos a la cantinela del “reconocimiento” y se añade la teoría nacionalista de los “hechos diferenciales” que, como bien todo el mundo sabe esconden un “esto es Baviera, yo soy Strauss, y aquí se hace lo que yo digo y el gobierno central tiene prohibido el paso, la voz y el voto”, sin que, para tales reconocimientos se tenga en cuenta más representación política que la de los nacionalistas, aunque sean minoría, como en Cataluña se acaba de demostrar en charlotada consultiva organizada ¡por ellos mismos!, como perfecta muestra del “hecho diferencial”, por lo que se ha visto.]
Sabemos que estas propuestas no tienen por qué ser compartidas por todos y también sabemos que otras fuerzas políticas pueden centrar sus iniciativas en otras cuestiones. El resultado de la renovación del acuerdo de ciudadanía, por ello, será distinto de cualquier punto de partida si se persigue, tal y como proponemos los socialistas, desde el diálogo, la negociación y la búsqueda del máximo consenso, para alcanzar un nuevo pacto constitucional que votemos todos los españoles y españolas.  
[Al margen de la dificultad intrínseca (por no decir ininteligibilidad, directamente)  de una frase tan abstrusa como la de que “el resultado de la renovación del acuerdo de ciudadanía será distinto de cualquier punto de partida, etc.”;  el eufemismo “renovación del acuerdo de ciudadanía” ¿implica un proceso constituyente? Porque, una vez abierto el melón de la renovación constitucional, cada uno irá a su tajada y uno nunca sabe, una vez abiertos procesos así, a dónde se acabará llegando. En cualquier caso, lo sorprendente es lo de la búsqueda del “máxima consenso” cuando todo parece indicar que atravesamos una época de “máximos disensos”. Diálogo y negociación son el alma de la democracia, pero aquello sobre lo que se quiere dialogar y negociar son cosas muy distintas para quienes se sienten a la mesa.]
A tal fin, proponemos las siguientes actuaciones: 
1. Iniciar de inmediato en el marco de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, y como trabajo previo a la creación de la ponencia correspondiente, un proceso que permita delimitar los aspectos de la reforma y las diferentes soluciones a adoptar mediante la comparecencia de expertos y la petición de  informes a los órganos constitucionales implicados, a las Comunidades Autónomas y a las Ciudades con Estatuto de Autonomía. 
[Ya aparece un “delimitar” que comienza a restringir el diálogo y la negociación, parece. Luego la grandilocuencia anterior no era sino un ejercicio retórico a beneficio de inventario.]
2. Impulsar iniciativas de regeneración y limpieza de nuestra democracia. Reiteramos y asumimos en nombre de todas las Federaciones del Partido Socialista la Declaración de Valencia aprobada por la Comisión Ejecutiva el pasado día 5 de noviembre de 2014, y lo ofrecemos al conjunto de las fuerzas parlamentarias como instrumento para discutir y acordar medidas que saneen nuestro sistema democrático y contribuyan a devolver la confianza a los ciudadanos. 
[Propiamente al Anexo a la declaración, donde se detallan medidas que produce estupor en el lector que no hayan tomado a lo largo de sus muchos años de gobierno, algunos de ellos con mayoría absoluta, por cierto. Más vale tarde que nunca, sin embargo, y bienvenidas sean, si contribuyen a la honestidad de la función política.]
3. Convocar de manera urgente por parte del Presidente del Gobierno la Conferencia de Presidentes con el fin de concluir un pacto de acción conjunta para: 
[Ahora sí salimos de la indefinición inicial y rescatamos la autoridad del Gobierno Central.]
a.     Reactivar la economía y el empleo. 
[El gran mantra que oculta la impotencia máxima de “lo político”. La verdad es que el sistema educativo no prepara para que los ciudadanos del estado emprendan aventuras económicas que puedan beneficiar a todos, porque, antes bien, sucede justo lo contrario, el emprendedor que lo hace bien y llega a enriquecerse, aunque dé trabajo a cientos de personas, se convierte en el “gran enemigo” del pueblo, con el que hay que acabar, o casi.]
b. Cumplir con el mandato legal de renovar el sistema de financiación autonómica, para con ello posibilitar la financiación suficiente para el mantenimiento y la recuperación de los servicios derivados del Estado del Bienestar, especialmente la asistencia sanitaria pública reivindicada por todos los ciudadanos y ciudadanas
[Aquí, sin duda, algo del sistema lógico del pensamiento se resiente con no poca fuerza: “renovar el sistema de financiación” implica, al decir de los redactores, obtener una “financiación suficiente” para las prestaciones derivadas del Estado del Bienestar –que con las mayúsculas alcanzan, parece, categoría de imperativo legal.]
c. Impulsar medidas de regeneración democrática en todas y cada una de las instituciones del Estado.   
[Aquí no se salva ni las que funcionen bien. ¿O es que no hay ninguna en la que tal cosa suceda? ¿Cómo afecta eso, así pues,  a la Jefatura del Estado, a la Corona? ¿Cómo se la regenera democráticamente? ¿Eliminándola?]
El PSOE es el gran partido del cambio. Aspiramos a gobernar el cambio en el mayor número de municipios, Comunidades Autónomas a partir del próximo mes de mayo, y en noviembre de 2015, el Gobierno de España. Nos consideramos continuadores y herederos de una historia cargada de compromiso con España y con sus ciudadanos. La renovación del Pacto Constitucional que proponemos aspira a mejorar nuestra democracia, construir una España federal y blindar los derechos, hoy amenazados por los gobiernos de la derecha.  
 [Propaganda para los propios entre ellos es como lo del “habar en tonto, porque todos estamos de acuerdo”, que decía Ganivet. Desde fuera, no obstante, es evidente que hay más cambio en un solo círculo de Podemos –que es la cuadratura del círculo de la demagogia, por cierto– que en todo el Psoe. Lo de blindar parece que se ha puesto de moda, y suena más a Taifas que a derechos y a pluralidad, sin duda.]
Nuestro objetivo es renovar para recuperar y defender la fortaleza de nuestro sistema constitucional, de derechos sociales, libertades e Instituciones democráticas. Mantenemos vigente nuestra vocación de mayoría y de gobernar España, y por eso queremos propiciar un diálogo político sincero y abierto que incorpore a la ciudadanía, ofrezca respuestas reales a sus problemas y contribuya, así, a mejorar nuestro país y dotarnos, a todos, de nuevas esperanzas. Este es nuestro compromiso. 

[Más basura retórica que añadir a la que hemos tenido la desgracia de leer párrafos ut supra. Si el Psoe se ha especializado en hablar para no decir nada, que vale tanto como recorrer de tópico en tópico el trecho que va entre el ridículo y la desaparición política, lo está cumpliendo a las mil maravillas eficientes. Una pena, con todo, para quien lo considera parte de su biografía.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Días de menos.


       El cambio climático nos ha adelantado el febrero y en algunos tenderetes electorales del 9-N se desató la fiebre carnavalera por la que en este pueblo nuestro hay municipal devoción paradójica. Se contagió la festividad y 24 horas después ha llegado el momento de recoger los trastos, hacer caja y ponerle al mal tiempo de los números la excelente cara de la demagogia. 
      Con nada pueden contrastar tanto los datos "de parte" de hoy con los datos "de parte" de ayer. El mantra del 80% del "catalan people" -que pronuncia el NH Mas con impecable acento de veterano y poco dotado aprendiz del IEN (Instituto de Estudios Norteamericanos)- que ha paseado por un cuarto de mundo nuestro dicharachero y chulapón presidente -"Aquí estoy yo pa lo que la fiscalía quiera mandar..."-, se ha reconvertido en el 28% del "independent people" de Cataluña. Una aplastante majority convertida en surrealista rueda de molino con la que se quiere hacer comulgar a ese cuarto de mundo sobre las bondades de nuestra lucha por la independencia del estado opresor y antidemocrático llamado "Estado español", nunca España, palabra reservada en nuestra comunidad para un blanqueante comercial que adecenta los intersticios del enlosado doméstico, esos por donde, en la política cassolana, se cuelan los andalucísimos "conseguidores" del 3, 4 y 5%, como bien sabe el NH Mas, protegido del clan Pujol.
       No se ha regateado ningún esfuerzo, ni material ni humano; se ha invertido lo que no se tiene, sacado, eso sí, sin recortes, de las enfermizas arcas del gobierno autonómico; se han comprado voluntades y cabeceras periodísticas, radios y televisiones públicas y algunas privadas, y todas ellas, "afectas a la causa", se han convertido en canales monotemáticos con espíritu, letra y cuerpo de letanía ad maiorem patriae gloriam; se ha buzoneado con cargo al presupuesto; se ha tratado de imponer la publicidad institucional malversadora en la emisoras privadas; se ha facilitado-alentado, municipalmente, toda clase de manifestaciones; se ha intentado coaccionar a la población "no afecta" con visitas domiciliarias, con llamadas intrusivas, con marcas agresivas de "comercio amigo" -versión facciosa del friendly business, según parece-  que no buscaban sino identificar a los enemigos... 
       Pues después de todo este rosario de "ejemplar comportamiento democrático", al decir de los uniformistas apóstoles misioneros de la secesión, nos encontramos con una realidad, el 28% de independentistas que, se demagogee como se quiera, supone el mas espantoso de los ridículos y la más incontestable de las realidades. 
      "¿Todo para esto? ", se deben de estar preguntando los patrióticos demagogos secesionistas en sus cuarteles del febrerillo loco carnavalero. "Així no anem enlloc! De cap de les maneres!" Y la reacción per tant es la de reclamar con urgencia de guerra la madera, "¡más madera, más madera!", para asegurar un choque de trenes que de ninguna de las maneras se producirá. Los resultados "de parte" fijan claramente el techo de hormigón armado contra el que acaban de darse un atrevido batacazo, después del paso atrás que, como el ciego del Lazarillo, han dado para tratar de salir del reducido ecosistema en que se mueven. Y ahora toca lamerse las heridas, recomponer la figura y, demagogia en ristre, salir de nuevo, en las autonómicas, a estrellarse contra el mismo muro.
    Eran, en efecto, vísperas de mucho molino agigantado que han dejado a los fabuladores sin harina y sin costales. Son los que son, y aun menos, si se descuentan a los que la legalidad democrática -no la ad usum Delphini, sino la corriente y moliente de los países de nuestro entorno- no admite en el censo, y llegará el momento en que los humos de estos nuevos hunos que donde votan no crecen los opositores se irán deshilachando como neblina de fresca mañana de invierno. 
       Se ha hecho el recuento. Es hora de que se acabe el cuento de nunca acabar y de que nos atengamos a lo real: ¿Quién desgobierna en Cataluña? ¿Por qué nos tratan tan mal? ¿Por qué privatizan la sanidad pública? ¿Por qué marginan el castellano en la enseñanza pública? ¿Por qué se gobierna para los usuarios de las marinas de lujo? ¿Por qué no se ataja la corrupción? ¿Por qué no hay, ya, una renta vital mínima? ¿Cómo es posible, racionalmente, que el jefe del partido que apoya al gobierno sea al mismo tiempo el jefe de la oposición? ¿Por qué está proscrito la lengua oficial del estado en la vida oficial de la autonomía? ¿Por qué se roba a los funcionarios? ¿Por qué ahuyentan las inversiones extranjeras? ¿Por qué se vive del cuento y nunca se cuenta lo bien que viven de él? ¿En qué se gasta el gobierno autonómico el dinero de todos? ¿Por qué hay una televisión y radio publicas al servicio del gobierno? ¿Por qué se compran voluntades mediáticas con los dineros públicos? Et sic de caetaris.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Vísperas de nada...



      Al son alegre y trirrítmico de la soñada independencia, las huestes secesionistas velan armas para la fiesta de la onfalocracia catalana, vísperas, pues, de la nada con cebolla que tantas lágrimas hará derramar en días venideros. Más aún cuando se sepa, como ya se ha publicado, que se vota porque una parte del tripartito gobernante COC-UOC-DRC (me permito sustituir "democrática" por "onfalocrática", por el rigor conceptual que me exijo) ha pactado con "los castellanos" -en terminología ferretina, conspicuo comentarista de Crónica Global, más extendida de lo que parece- que mañana 9 de noviembre -cuando todo el mundo conmemora con la genuina emoción que produce conseguir la libertad para un pueblo oprimido, la caída consentida del muro de Berlín y el fin del monstruoso sueño de la razón que fueron los regímenes soviéticos- muchos ciudadanos genuinamente ingenuos vayan con su voto ensisismado a construir su propio muro, el que proteja la singularidad especialísima de su especie, en auténtico peligro de extinción, al parecer de quien les persuade de que ese voto es la defensa contra el fabulado perecer inminente. Me pongo en la piel del heroico votante que, revestido con las manifestativas galas rojigualdas, pensaba ir a realizar un acto de afirmación nacional, una prueba incontestable del hecho diferencial catalán, y se me abren las carnes por el engaño masivo que ha conducido a que me sitúe ante una urna "tolerada para menores" y sin otra consecuencia legal que el magro y parvo sentimiento de haber cumplido fielmente con la obediencia debida a los voceros de la madre patria, con una sonrisa -la mejor arma murieliana- que, a medida que han ido apareciendo noticias sobre la componenda politiquera, se ha ido contrayendo en los labios hasta componer la objetiva expresión del chasco padre. La piedad me impide hacer mañana un recorrido ciudadano para comprobar "a pie de urna" si, dado el material fungible, algún chasqueado se ha llenado de la ira mínima con que aplastarla de un simple puñetazo. Es muy probable, sin embargo, que la típica naïfidad del común de los mortales de este pueblo pacífico, hospitalario -siempre que cada cual pague lo suyo, por supuesto- y muy amigo de la broma, sea contrarrestada por los mastines que han encajado el proceso entre sus mandíbulas y que les gruñirán que, a pesar de aparecer en periódicos pruseístas, esas noticias de las negociaciones a espaldas de todos para aguar la gran traca final del prusés, son los intentos desesperados del Gran Poder que tiembla por la proximidad de su fin. 
Como el resultado ya está cantado de antemano, porque bien que se enorgullecen de no dejar nada al azar, el problema va a ser casar esos resultados con las caras largas de quien vota "permitido" y con las lágrimas dillunseres por la inutilidad de tot plegat.

martes, 4 de noviembre de 2014

Consumir al aire...


       Quiero creer que la ley del tabaco, que ha hecho descender el número de consumidores, aunque no se airee el dato lo suficiente, ha sido la principal causante de la nueva moda ciudadana de consumir en las terrazas de los bares, en vez de en sus inhóspitos interiores. Ahora que por fin parece que entran y llegan hasta nosotros los benéficos efectos de las borrascas de las Azores, con ese fresquito vivificante que desentumece los organismos atosigados por el calor de los anticiclones inmisericordes, a este observador ciudadano le llama la atención la contumacia con que tantos clientes, jóvenes y viejos, llenan las terrazas de los bares de nuestra ciudad al amor de unas estufas que a modo de paraguas benigno permite que los dedos no se enfríen tanto como para no poder teclear en el móvil o en el portátil, actividades estrella en esas terrazas, muy por encima -en sondeo con más menos el error que se quiera- de antiguas ocupaciones propias de terraza como la lectura del periódico, del libro, de la revista, la charla insustancial, las confidencias de enamorados o los tratos comerciales, no necesariamente por este orden. Las partidas de cartas y de dominó pertenecen al reino del interior, así como la dedicación literaria de consagrados y noveles, que los cafés siempre han despertado a las musas con su abigarrado ambiente plural.
       Aún puede tolerarse el fresco, pero la moda, bien lo sabemos, tiene una exigencia que no respeta ni las temperaturas extremas. Cerca de los 0º se dicen frescas palabras de amor los esforzados de las terrazas, y aun se toman unas cañas tan frías como en la canícula, si bien con las bravas picantes de rigor. Embutiditos en los gabanes y colocadísima con esmero la bufanda o el palestino, los terracianos con ecomiable ardor perseveran en su gusto aerófilo con tenacidad (o terracidad), dispuestos a pelearse con cualquier tramontana o mistral sin más arma que el paraguas de butano. Y si el bar tiene toldos que los resguarden de la lluvia, no digamos ya las terrazas cerradas de plástico, contra las que quiere luchar el ayuntamiento Triástico, sobre todo en el paseo señorial de la Rambla de Cataluña, porque parecen invernaderos almeriense en una zona de lujo, pues no digamos ya el espíritu con que los parroquianos anidan en la susodichas terrazas.

jueves, 23 de octubre de 2014

Los hombres sí lloran... (por "hacer" la independencia)


                         


Derecho al gimoteo (o hipido), al singulto y a la lagrimilla (aunque sea fácil).


Salgo en ardorosa defensa del señor Jordi (Si para Fassbinder "Todos nos llamamos Alí", ¿por qué para mí no se van a poder llamar Jordi todos los independentistas?) Junqueras a propósito de lo que muchos, despiadadamente han tomado a chacota: la efusión erótico-sentimental-patriótica a la que ha dado rienda contenida en una entrevista en la radio delante de una de las musas de su independentismo de aldea, sobrado (8ª acepción), campanario y sacristía. Me parece intolerable que haya habido tantos compatriotas y conciudadanos -los primeros exclusivos suyos; los segundos, constitucionales, porque no le queda más remedio- que hayan denunciado como ridícula esa espontánea manifestación de quien, la piruleta delante de la lengua -versión adaptada a su ideología del mito de Tántalo en quienes no comparten la suya-, ve que no llega el momento de dar el lametazo de alivio, reparador y tonificante, y gimotea como el niño grande que es porque no le dejan salirse con la suya. A mí me ha parecido una confesión admirable de fragilidad humana; una fragilidad que enseguida he elevado de anécdota a categoría. Sus secuaces, algunos ya a coces, le están pidiendo "marcha", "acción", "contundencia", "duis" y movilizaciones cada vez más coercitivas, al estilo de las pegatinas amarillas que identifican los comercios del Régimen y los antipatrióticos y los compradores patrióticos y los quintacolumnistas que quieren sabotear el nuevo país, un modo bien pacífico de seguir luchando por la división total e irreconciliable de una sociedad catalana en la que, por la parte de los divisores, no se aprecian signos de reflexión sobre el terrible horizonte a que esa acción nos conduce, a pesar de que dos no peleen si uno no quiere, que es el caso. Los que no queremos esperamos el día de las urnas constitucionales para hablar alto y nítido de nuestro rechazo al enfrentamiento entre catalanes y a que unos pretendan convertir por la fuerza a los otros en extranjeros en este territorio de todos. Pero me desvío. Yo quiero hoy insistir en la denuncia de toda esa ausencia de caridad cristiana que ha tenido a bien pasar por el túrmix de la chacota, y aun de la burla despiadada, la prístina emoción humana de un líder llamado a tener un peso específico indiscutible en la política catalana (sí, aún más; pero sin Mas). Molesta la exhibición de la fragilidad psíquica, porque hay mucho intolerante-machista suelto que no soporta la lagrimilla en el ojo del macho, sea catalán o ibérico, y algunos extremistas hasta se han apuntado al descalificativo infame (nenaza), que me parece que solo descalifica a quien lo enuncia, a demás de dejar patente su ceguera esencial: ¿Nenaza, Junqueras? ¡Por el amor de las balanzas! (no las fiscales, claro, de eso hablaremos otro día; como Tip y Coll lo hacían del gobierno, ahora que parece que hayan pasado de moda, porque un disparate cierra mil escaparates previos). Ha hecho muy bien el señor Junqueras en mostrarnos su corazoncito y su almario, porque todos lo tenemos, aunque no como los suyos, por supuesto, ni en continente ni en contenido, pero todos somos humanos, al fin y al cabo, aunque le pese, es decir aunque esto contradiga su conocida teoría de que los humanos catalanes son distintos y superiores a los humanos del resto de España, por ejemplo, porque no otra conclusión puede deducirse de que en ese territorio áspero y cavernícola de España todo se haga mal y solo en el futuro independiente de la Cataluña de sus sueños húmedos y secos, se haga todo a la perfección. Este todo suyo él no lo relaciona con total ni con totalitario, pero tienen mucho que ver: las raíces no mienten, y las etimológicas menos.
En fin, hago un llamamiento desde la modestia de este blog al que pocos se acercan para que, al menos quienes por aquí se pasen, se hagan eco de esta protesta encendida y ardorosa contra una injusticia cometida contra un ciudadano prominente y preeminente de nuestra querida patria catalana. Reivindiquemos la fragilidad masculina, el gimoteo, la ternura, la dulzura y hasta el añiñamiento. Nadie nunca nos puede exigir que seamos sobrehumanos, y menos aún inhumanos: exhumemos de nuestra naturaleza todas nuestras fragilidades y aireémoslas como higiénica medida saludable: ellas son la prueba de nuestra humanidad sin fronteras. ¡A ver si repara en ello!

sábado, 11 de octubre de 2014

Retorno al pasado asfixiante... La Barcelona carlista.



                   Buena parte de mis amigos barceloneses no lo son propiamente de nacimiento, sino que vinieron a esta feria de las vanidades en remotos pueblines de veguerías. Barcelona, así pues, vista desde las comarcas, sobre todo desde las lejanas -yo viví en Berga un año-, era, hace mucho tiempo, como Berlín para los bavarianos: una babel y el reino del anonimato, el lugar por excelencia "donde pasar desapercibido", frente a la notoriedad del terruño, donde se ejerce, y ahora con el Movimiento Nacional eso se ha multiplicado hasta la indecencia, un férreo control social del individuo, quien, como agua de mayo necesita escaparse de tanto en tanto a la babel barcelonina para sentirse "libre", sin la coerción a todos los niveles: sexual, ideológico, religioso, cultural, económico, etc., con que la vida "local" presiona a quienes no les queda más remedio que vivir sometidos  a ese control que puede llegar a desquiciar a quien se sienta antes individuo que masa. 
                  El Movimiento Nacional que padecemos, como buen movimiento de masas a imagen y semejanza de los muchos que ha habido y que habrá en el mundo, aspiran a la uniformidad ideológica, religiosa y cultural. Cualquier opositor a los credos respectivos es un "sospechoso de desafección" cuya tibieza se irá midiendo hasta que llegue a cierto punto a partir del cual se convertirá directamente en un "traidor" a la causa, en un anticatalán como los antiespañoles que catalogó, algunos con ficha policial -parecida a la de esa encuesta domiciliaria de la ANC-, el Movimiento Nacional que les sirve de modelo.
                  Alguno de ellos, que ha regresado, por circunstancias de la vida, al lugar de nacimiento, y no comulga con la reductio ad absurdum que significa la ideología que nutre el Movimiento Nacional, donde no cabe la discrepancia y mucho menos la crítica, empieza a notar una falta de oxígeno en la atmósfera que no sabe si tendrá carácter letal para su supervviencia como individuo orgulloso de haberse hecho a sí mismo mediante lo mejor de los demás. Donde solo se respira efervescencia patriótica, ¿cómo puede sobrevivir el acostumbrado a respirar la libertad de la gran urbe? 
                 Algún amigo, residente en Madrid, que había comenzado a notar esa asfixia en el Madrid del PP y que estaba dispuesto a instalarse en Barcelona, por el bien de su libertad personal, ha desechado ya la idea y concentra sus esfuerzos en la posibilidad de que Madrid deje de ser la capital del PP para ser la capital de todos los madrileños.
                 Vienen estas reflexiones a cuento de un artículo aparecido en El Pais sobre hacia dónde se "despeñaba" Barcelona como ciudad, porque lleva todas las de perder al "localizarse" a imagen y semejanza de los núcleos ruralistas que dominan el todopoderoso Movimiento Nacional del que ser excluido puede provocar la desgracia de no pocos pobres de espíritu. A día de hoy, para un barcelonés como yo, la realidad de su ciudad es la de un espacio proyectado hacia el turismo masivo y con muy poco que ofrecer al ciudadano, sobre todo si reside en un barrio del extrarradio. Sí, el ayuntamiento se gasta el oro y el moro en las fiestas patronales, ayuda con generosidad al hermano mayor dilapidador, la Generalitat, y destina poco o nada a las necesidades de los "desamparados", acaso porque estos se expresen en lenguas incomprensibles para las autoridades, acaso porque les sale el ordenancismo neoliberal y recurren al que cada cual se espabile como pueda.
                   Uno, que vive en el cogollito de la ciudad, por donde las grupos turísticos imponen su ley, se siente marginado en su ciudad, relegado a la condición de figurante para que los turistas no se quejen de que el decorado es demasiado artificial que no hay extras que cumplan su papel a la perfección, como en el Show de Truman. Y en ello estamos. Mientras,  Ada Colau -a la que las lenguas viperinas le han sacado ya lo de Anda Colocá...-  prepara su revolucion en la sombra con la inestimable colaboración del ejército de los 15.000 firmantes que la respaldan. Los barceloneses, por nuestra parte, seguimos perplejos, dubitativos, escépticos...Con todo, entre vivir en Castellfollit de la Roca y vivir en Barcelona, sigue sin haber color, a pesar de la belleza de la primera y del descuido en que el ayuntamiento tiene a la segunda, cada vez más sucia, desgreñá y gritona/vomitona... Del centro mundial del diseño a la Barcelona de olla y sacristía hay más que un trecho: hay un Movimiento Nacional por medio...      

domingo, 5 de octubre de 2014

ANCVON LLAMA A SU PUERTA...

¡Vuelve la venta a domicilio! Las crisis son una oportunidad de negocio, dicen los expertos económicos, pero, a veces, nos traen lo más casposo de nuestro pasado premoderno de la compra-venta. En estos tiempos de transacciones on-line, pagos con móviles y compras mediante la red, la presencia de un vendedor en tu puerta, como yo lo fui en mi primera juventud, nos causa una poderosa extrañeza, nos trae un regusto añejo que incluso nos incomoda, porque sabemos que el vendedor pretende ganarse las habichuelas y uno, según sea su presupuesto, no está para practicar la caridad directa, sino la indirecta a través de ONGs reconocidas, como Médicos sin Fronteras.
 ¿Qué venden estos vendedores crisísticos? ¡Nada menos que paraísos! En poco tiempo han desfilado por mi puerta los entrañables y disparatadosTestigos de Jehová, los mormones gemelares norteamericanos, especie que creí desaparecida de nuestro hábitat, los Adventistas del Séptimo día, los no menos entrañables Hare Krisna, tamborcillo y platillos incluidos y un mas que antediluviano olor a pachulí, y, recientemente, los misioneros del Movimiento Nacional de la ANCVON, que, con la excusa de una encuesta mirífica, venían a ofrecerme la creación de CatJauja con derecho a casi todo, incluso a tener cuentas opacas en Andorra después de concederme la intermediación en algunas obras públicas... Muy majos. Me ha parecido, por un momento, la eclosión de color de El mago de Oz, y me he sentido una Judy Garland pizpireta recorriendo mis dominios feéricos... He de agradecer una visita que me ha llevado, de la mano, a un paraíso tan a mano, porque me ha parecido, de repente, ¡tal me lo han pintado!, que no solo por ser Joan Pères iba a ser el colmo de la sabiduría, sino que, así mismo, iba a perder los 10 kilos que me sobran, volvería a crecerme en el claro capilar el tupé que tuve, mi potencia sexual iba a crecer geométricamente, me convertiría poco menos que en Petronio árbiter, superando mi acendrada patanería, y que, envuelto en la cubanyera -ellos la llaman la estelada histórica (bueno, ellos a todos lo llaman histórico)- ¡hasta sería capaz de volar! para poder abarcar, a vista de àguila -se les ha escapado que pensaban poner l'ase català a la cubanyera...-,  la nostra terra, la millor terra del món... Me recomendaban un tratamiento de manifestaciones constantes, dominio del amarillismo en el vestuario, votar en conciencia (histórica y catalana, claro, la única posible) a sólo cuatro formaciones políticas y, finalmente, y lo han dejado caer como si lo hubieran dicho por casualidad indeseada, una donación generosa a ANCVON para mantener el ritmo de vida frenético de su Capitoste Sección Femenina y contribuir, si daba el paso de la adhesión inquebrantable -militante premium, sería considerado- a las inmarcesibles glorias eternas de la patria. De momento, me dejaban un póster firmado de la Forcadell como anticipo... En ese momento, claro está, he alegado las lentejas en el fuego y, sin mas, les he dejado  en el sombrío vestíbulo de la escalera ante la República independiente de  mi casa...

domingo, 28 de septiembre de 2014

¡Record Guinness catalán, ya!



Ignoro si esta historia de los Guinnes es inferior, igual o superior en importancia a la otra Historia que suele provocar tanta controversia como, a veces, hilaridad, según los arúspices que interpreten los hechos y dichos de la especie humana sobre el planeta Tierra. El caso es que este impenitente observador de la vida cotidiana ha reparado en un récord Guinnes que aún no ha sido reclamado para que sea inscrito en tan brillante recuento de los grandes hechos de la humanidad, debidamente homologado por los representantes de los acreditados premios. Me refiero, como a nadie se le escapa, al promedio de “hechos históricos” por segundo que se viven en este pequeño territorio español de tan complejo presente como ficcionalizado pasado. La lista de días, hechos, momentos, jornadas, acontecimientos, etc., históricos que llevamos viviendo desde que se abrió la veda del disparate manifestador y la voluntad de imponer un estado por la fuerza de la ficción y el incumplimiento manifiesto de las leyes vigentes se escapan del poder científico de cualquier aparato que los registre con fidelidad. Respiramos hitos  históricos como otros ingresan millones en Andorra, a destajo; y no sería complicado, para cualquier avisado observador, establecer el nexo entre uno y otros hechos. Dándolos por supuesto, continuamos con la constatación de esa pasión historicista que se ha apoderado de buena parte de nuestros compatriotas y que lleva camino de convertirse en asfixiante para quienes aspiran a un moderado vivir que tiene en el justo medio su legítimo ideal, frente a los llamamientos revolucionarios a las barricadas que recibimos por parte de un poder local que busca, más allá de la legitimidad, la arbitrariedad de la sociedad sin ley, algo así como Dodge City antes de que llegara Errol Flynn. Desde la pluma Inoxcrom del Nada Honorable Mas, hasta los casi dos millones de personas que consiguieron respirar y salir con vida de la apretadísima V de vendetta que ocupó con aires futboleros una ciudad que nada tiene que ver con el aldeanismo primigenio de las reivindicaciones que representaban, pasando por la huida vergonzosa del ingenuo y converso Montilla de la manifestación por él convocada o los innumerables plenos, cada uno de los cuales ha sido más histórico aún que el anterior…, ¿qué catalán no guarda en la retina y en los oídos hechos y dichos históricos como los citados? Hozan en ellos y se revuelcan en ese cieno primordial, algo así como la sopa cósmica; y el alegre chapoteo totalitario ha llegado a  la casa Guinnes sin que, y ya es curioso, a nadie se le haya ocurrido que levanten acta de tales proezas para que nadie se llame a engaño y la verdad resplandezca en el famoso Libro de las Banalidades. ¡Esto no puede seguir así! ¡Un Guinnes para Cataluna (sic), por favor!


miércoles, 24 de septiembre de 2014

PREGUNTAR LA HORA...


El decálogo del jubilado

 Si alguien me preguntara qué es un jubilado, le diría que es aquel que cada dos por tres pregunta la hora. Supongo que habrá sido instintivamente, pero desde el día y hora en que me jubilé, hace hoy exactamente diez días, no he vuelto a colgarme de la muñeca mi Casio  F-91W de 15€, del que luego supe que era el modelo de reloj predilecto de los islamistas pro Bin Laden detenidos en España. La libertad de disponer de la propia persona, para quien ha estado sujeto a un horario riguroso e implacable, es la segunda característica esencial del ser jubilado. La envidia de los colegas aún uncidos al yugo profesional, es la tercera. La cuarta sería el cartel de "disponible" que todos te cuelgan al cuello con la pasmosa facilidad del descarado uso interesado de la amistad o la familiaridad. La quinta, porque no hay quinto malo, es la comodidad de organizar el día en función de tus intereses básicos. La estampa tópica del jubilado al sol o  del que fisga en las obras públicas queda bien para monólogos de jóvenes que no tienen ni puñetera idea de lo que es la vejez, ni gracia para contarla. La sexta razón de ser de un jubilado es cumplir con sus muchas obligaciones, que, según de quién se trate, acaban siendo más que las antiguas laborales, y hacerlo con la mejor voluntad posible y con la más espléndida de las sonrisas: preparar el desayuno, hacer tareas domésticas básicas, ir a la compra, preparar la comida, tender la ropa, hacer el lavavajillas, etc. La séptima tarea, herculina, del jubilado es no dejarse avasallar. La octava, heroica, es preservar la pensión de las fuerzas esquilmadoras que aún campan a sus anchas por "la casa okupada"... La novena, escasamente musical, hacerles ver a los demás que en modo alguno han de subir el tono de voz, que jubilado no quiere decir sordo, y que no han de hablar a voz en grito y hacer aspavientos como si uno se hubiera jubilado de la comunicación normal y corriente. La décima, en fin, es hacer comprender al universo mundo que "sus asuntos" no tienen el valor que los demás se empeñen en concederle, sino el que él les otorga: ¡vitales!, de ahí que, contra la perplejidad de los familiares, amigos y conocidos, jubilarse, para mí, signifique poder encerrarme con mis papeles y dedicarles las horas que el trabajo me robó. Y en eso ando, y disfrutando.
Y aunque el undécimo ha sido siempre "no molestar", en el caso del jubilado atento es no hablar de sus interminables y singulares dolencias físicas...