domingo, 17 de febrero de 2013

Felicidad pedestre

La ciudad a nuestros pies...

Casi 20.000 personas han tomado la ciudad durante unas horas para disputar una carrera atlética de medio maratón (el femenino, media maratón, se debe a la elipsis de "la prueba de", que fuerza la concordancia). Es muy satisfactorio no solo el hecho de realizar  un esfuerzo considerable y exigente, sino que personas corriendo le arrebaten a los coches el protagonismo en la ciudad. Fundirse con la masa de corredores, manteniendo, sin embargo, la individualidad del propia esfuerzo, genera una poderosa descarga de endorfinas que se apoderan del corredor y lo llevan no diré que  "en volandas" hasta la meta, porque el bienestar difícilmente se traduce en un alivio de las  piernas castigadas, pero sí se traducen en un apoyo decisivo. Lo mismo cabe decir del abnegado esfuerzo de decenas y decenas de voluntarios que realizan los avituallamientos o acompañan con sus instrumentos musicales la dulce agonía de los corredores, y sin los cuales ninguna carrera podría celebrarse. Los conductores a los que les hemos chafado  el día, porque no se habían enterado de la pacífica manifestación atlética, viven mal nuestro secuestro de las calles donde ellos imponen su ley cada día, y a su gesto hosco,  y a veces desesperado, unen, los más incívicos, un concierto para bocina en cabreo mayor que hemos de soportar como mejor podemos. Cuando pasamos cerca de algún punto estratégico, donde concurren líneas de metro o de autobús, la presencia de vecinos, familiares y amigos, marcando el pasillo respetuoso, contribuye a darle sentido a nuestra voluntaria agonía. Les choca a los muchos enemigos del ejercicio físico que hay en este país, no sólo que  nos lancemos a correr a las  8'45 de la mañana, sino que incluso hayamos pagado nuestros casi 30€ por hacerlo. ¡Cómo no va a chocarles que antes de correr esos 21 Km "calentemos"el cuerpo durante 6 o 7 Km más, en una especie de demostración de poder que raya en el insulto a todos esos sillónfilos y sofáfilos para los que cualquier ejercicio cae dentro de lo estrictamente surrealista.
Si algo me ha llamado la atención de la prueba de hoy es que ¡por fin! los jóvenes parecen haber descubierto el placer de correr, y sobre todo "las" jóvenes, lo que alegra no poco un pelotón donde, hasta hace poco, la media de edad rondaba los 50 años.
¡Que  siga la fiesta!

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