La demagògia xenófoba
Auténtico ejemplar de homenàs cataláunico, que este hombre,
Oriol Junqueras, triunfe entre sus
seguidores básicos -ningún premium entre sus filas ni entre sus votantes, está
claro- es de una coherencia paradigmática. Me entretuve en escucharle durante el
famoso pleno de la declaración de soberanía y capté, creo, el porqué de su
“gancho” electoral: no discurre, define. Su sintaxis es alérgica a la
subordinación y, por lo tanto, a la complejidad. Podríamos decir que tiene un
estilo apodíctico y un latiguillo “hoc ergo propter hoc” que le da la
rotundidad de los grandes falaces. Tot
plegat, un sacristán pontificando. Su latiguillo, per tant, introduce constante y burdamente falacias que a él le parecen, sin embargo, el no va más
del rigor razonador aristotélico En un artículo
lo ponen en su sitio y denuncian la impostura de su titulación doctoral,
es decir, un sableador al que, si lo hubiera hecho en Alemania, le retirarían
el saludo hasta los bedeles. Hemos de reconocer, aunque sea con un puntito de
la mala leche que él ha provocado de forma conductista (o por su forma de
conducirse), acción/reacción…, que si se paseara por España dando conferencias
al estilo de la entrevista en El Mundo, llenaría circos, plazas de toros en
verano y hasta recibiría alguna oferta de algún museo antropológico para poder
exhibirlo, en cera, como ejemplar cataláunico par excellence, algo así como el heredero del català d’Ullastret, o ansí… Resulta abrumador tener que soportar
especímenes cuya xenofobia adiposa roza lo delictivo. Confío en que una excelente
dieta legal constitucional lo restituya a su aldea, donde podrá seguir
divagando, por los terrenos de la historia-ficción-propaganda, que tan bien
domina, con el mossén de su pueblo ante unos sabrosos picatostes con chocolate,
o, en su defecto, ante una escatológica butifarra amb seques. A la última, que
conste, también me apunto yo, pero sin tan gravosa compañía.